La semana pasada se dieron a conocer los 45 relatos finalistas seleccionados en el I Certamen de Relato Corto "Los Jardines Secretos", entre las casi 700 obras presentadas. Esta semana, de forma abierta, el público ha podido votar sus relatos preferidos de la lista de finalistas: mis cuatro relatos seleccionados han sido los cuatro relatos mas votados por el público, por este orden:
153 votos: F34. OTOÑO.
147 votos: F17. JARDINES CON DUENDE.
Ello implica que el relato "La Bolsa de los deseos" ha sido el relato ganador en voto popular, y se incorpora a las votaciones del jurado como voto de los participantes en el blog. Nada de euforias, no hay nada decidido, el próximo día 30 el jurado comunicará el resultado definitivo, este sólo es un voto mas entre los 9 del jurado. Este concurso tiene 700 ganadores.
Desde aquí quiero dar las gracias a todos los que habéis votado mis textos : a mis amigos, a los seguidores del blog, y a todos aquellos que habéis elegido mis textos entre los 45 finalistas. Quiero realizar una mención especial a Sara Lew, Montse Aguilera y Elisa Lichazul, ellas -desde el primer día- apostaron por el relato"La Bolsa de los deseos", como uno de los posibles ganadores.
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La Bolsa de los deseos.
El año había transitado hirsuto, la tormenta de la vida seguía arreciando, y el huracán del destino soplaba esforzado, derribando sueños e ilusiones. Cerramos las maletas con desgana, sin anhelos; sólo Pablo, el pequeño, mantenía la alegría en su semblante, indultado de tanta lamentación. Los días sucedieron cansinos, desencantados, uno detrás de otro, simulando una procesión doliente. La sonrisa de Pablo, sus castillos de arena y sus chapoteos menudos, rasgaban la monotonía, tiñendo de color aquel gris que cercaba todo. Una mañana, cuando las campanas del estío tocaban a regreso, visitamos “Los Jardines Secretos”, sugerente nombre, pensé. En la inmediación, el gris se fue tornando añil, verde, púrpura…, como si el arcoíris hubiera cortado el horizonte, coloreando nuestras almas. Sin pretenderlo, descubrimos que los árboles tienen nombre: encinas, tamarindos, arces…, que el viento susurra, ronronea, incluso habla. Pablo miraba absorto, olía ensimismado, escuchaba embelesado. Contagiados de esa quietud, de esa serenidad que nos envolvía, disimulado, saqué la bolsa de los deseos, y fui distrayendo el aroma de lavanda, el gorjeo de un ave, la sombra de un eucalipto, el matiz de una rosa, el azul del cielo... Con esa despensa franquearemos el invierno, soñando retornar al paraíso.
© Xavier Blanco 2011.