jueves, 18 de abril de 2013

324 Microrrelatos indignados



| Marionetas|


La ciudad se aletarga. La calle está saturada de seres imprecisos. Crecen rascacielos entre los árboles. Todos caminan en silencio, enredados en la afonía de la noche. Intento confundirme entre ellos. Les rozo las manos e imito su caminar lento. Pero no hay respuestas, no hay miradas, ni siquiera una sonrisa esquiva o un gesto de reproche. Marchan ordenados, uno detrás de otro; equidistantes, formando una línea infinita.  Llueven luces de neón. Veo un individuo que acelera su paso, que huye de la fila. El resto sigue su caminar impasible. Luego  cae y su cuerpo queda tendido en el asfalto. Se acercan dos hombres uniformados y vuelven a ligar las cuerdas a la cruceta. Él se levanta  robotizado y se  incorpora a la hilera. Por sus mejillas de madera caen dos lágrimas que inundan el pavimento. Miro a mi alrededor, pero no distingo más color que el gris,  ni reconozco más sonido que el chirrido amargo de sus lloros al estrellarse contra el suelo. Todos sollozan. Asustado empiezo a correr hacía la lejanía. La línea del horizonte es cóncava y,  entre ella y el cielo, sólo se alza el vacío. Nadie me mira, nadie me habla. Me persiguen. Corro. 



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Esta es mi aportación  en la II Primavera de Microrrelatos Indignados organizada por :

martes, 9 de abril de 2013

323 Ganador semanal de Wonderland








| Olvido |


Está despierto. Rebusco la mejor sonrisa y me allego. Clava sus ojos en mi rostro,  como si fuera un abismo, como si la memoria se resbalara entre las manos. Intento regalarle una mueca simpática. Con sus dedos rugosos me acaricia los pómulos. También las cejas. Parece que hoy será el día: le muestro las fotos, señalo a la niña y después al hombre, pero no responde. Luego gira la cabeza y su vista naufraga en la ventana. Escondo las lágrimas en el pañuelo y guardo las fotos en el bolso. Como siempre. Quizás mañana -musita la enfermera. Quizás mañana -respondo.



©  Xavier Blanco 2013

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Hoy, el programa cultural Wonderland de RNE4 ha elegido mi relato  "Olvido"  como ganador del concurso semanal de microrrelatos. Hace unos meses, en Enero de 2013  mi microrrelato "En el geriátrico (Carta a los Reyes magos)"  mereció el mismo premio. Igual ocurrió en Noviembre de 2012, con mi cuento "En el Orfanato" y en Noviembre del  2011, cuando mi relato "Obra maestra" ganó el mismo concurso.  Aquí podéis leer "Obra maestra", en casa de Alberto Corujo. 


Algunas veces la vida te regala pequeños momentos, nubes con forma de elefante, sueños de golosina, como aquellos que te dejaba el Ratoncito Pérez cuando se te caía un diente. Uno quisiera ser siempre un niño y reírse de la vida, de esa que pasa y que de pronto -sin darnos cuenta- son años. Porque al final somos sólo eso: recuerdos y memoria.



sábado, 6 de abril de 2013

322 Era ella (traducido al italiano)


Estos son aquellos regalos que llegan sigilosos en la noche, como las chocolatinas que dejaba el Ratoncito Pérez cuando se me caía un diente.  Como las primeras olas del verano. Stefano Valente ha traducido -al italiano- mi micro "Era ella" y lo ha publicado en su blog Il Sogno del Minotauro. Os recomiendo visitar su Blog, está lleno de grandes amigos. Gracias Stefano.



Era lei

Lo giuro. L’ho veduta stamattina, non ho alcun dubbio. Viaggiavamo insieme nello stesso vagone del treno. L’ho sentita vicino. Non l’ho persa di vista. Lei non ha notato la mia presenza. Quegli occhi, quello sguardo. Era lei. Sono sceso dal treno alla prima fermata. La mia paura l’ha incuriosita. Si è messa a ridere. Sono passate sei ore e sento ancora il panico nel corpo. Continuo a vagabondare sulla banchina ferroviaria. Non so dove mi trovo. Tranquillo, fermo, da nessuna parte. La differenza tra la sorte e la morte è solo una lettera. Ve lo assicuro. Era lei.

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El micro, en castellano

Era ella

Lo juro. La he visto esta mañana, no tengo ninguna duda. Viajábamos juntos en el mismo vagón de tren. La sentí cerca. No la he perdido de vista. No ha reparado en mi presencia. Esos ojos, esa mirada. Era ella. Descendí del vagón en la primera parada. Curioseó mi miedo. Se reía. Han pasado seis horas y  todavía tengo el pánico en el cuerpo. Sigo deambulando por el andén. No se dónde estoy. Quieto, parado, en ninguna parte. La diferencia entre la suerte y la muerte es sólo  una letra. Os lo prometo. Era ella.


© Xavier Blanco 2011.