Siempre nos toca leer la misma página: mamá sale de casa a
media tarde, disfrazada de princesa, y regresa, con la noche, en su calabaza;
se descalza y, entre lágrimas, cuenta los billetes que ha ganado. Papá sacia la espera bebiendo una copa
tras otra del brebaje mágico. Después, con los ojos enrojecidos y el aliento de
fuego, se convierte en dragón, en ogro, o en lobo feroz. Nosotros, escondidos
bajo la cama, soñamos con extraviarnos en el bosque. Soñamos que los pájaros se
comen las migas. Soñamos con no encontrar el camino, con perdernos para
siempre.
© Xavier Blanco 2014