Hacía días
que el sargento deambulaba solitario por las trincheras, pero aquella noche
entró en el barracón y se sentó a comer con la tropa. A media cena se levantó y
nos preguntó para qué lustrábamos cada mañana las bayonetas, para qué
ajusticiábamos a los desertores, para qué engrasábamos los fusiles cuando hacía
meses que no había munición, cuando
nadie respondía a la radio y nada se sabía del general. Luego estrelló el plato contra el suelo.
Para qué,
nos gritó, si el enemigo regresó a casa, si la guerra hace años que
terminó.
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Poco a poco habrá que regresar a la realidad, a las costumbres, al reloj, a la rutina... A eso que llamamos la vida. Aunque no queramos habrá que regresar. Habrá que volver y aprovechar las tardes para mirar por la ventana. Habrá que disfrutar de las pequeñas cosas.
Pues sí, ciertamente la pregunta es buena, tan buena como tu imaginación Xavier.
ResponderEliminarSaludos.
Relato reflexivo, que nos habla de nosotros. Los motivos por los que estudiamos, los que trabajamos, los que luchamos, etc. ya no tienen sentido. Hace tiempo que nos han matado las ilusiones.
ResponderEliminarMenos mal que al final abres una ventana a la esperanza, menos mal que las pequeñas cosas serán las que nos salven de esa obediencia a la que nos sometemos, debamos o no. Como dice Ximens un relato reflexivo y triste por la realidad que nos muestra y que, ojalá, se quedara en tan solo una ficción.
ResponderEliminarLas pequeñas cosas siempre están ahí para nosotros,para brindarnos momentos felices,sin grandes espavientos ni algarabías, sencillamente están,y como dices tú en tu relato, disfrutemos de ellas.
ResponderEliminarUn saludo desde Vigo
Puri
Sí, este micro invita a la reflexión, el por qué de muchos de nuestros monótonos actos cotidianos, la mayoría de las veces se sustentan en la costumbre más que en otra cosa.
ResponderEliminarExcelente micro.
Un abrazo.
Por cierto me ha recordado dos canciones, la de "para nada" de Rosana y una de los Gabinete Calhigari que hablaba de la fuerza de la costumbre. ;)
Nos hacemos tan obedientes, que el actuar se convierte en una rutina irreflexiva.
ResponderEliminarMe ha gustado volver a tu blog y ver que sigues tan agudo en tus escritos.
Saludos
Sinrima
Final sorpresivo y relato que da que pensar.
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