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Marionetas|
La ciudad se aletarga. La calle está saturada
de seres imprecisos. Crecen rascacielos entre los árboles. Todos caminan en
silencio, enredados en la afonía de la noche. Intento confundirme entre ellos.
Les rozo las manos e imito su caminar lento. Pero no hay respuestas,
no hay miradas, ni siquiera una sonrisa esquiva o un gesto de reproche. Marchan
ordenados, uno detrás de otro; equidistantes, formando una línea infinita.
Llueven luces de neón. Veo un individuo que acelera su paso, que huye de
la fila. El resto sigue su caminar impasible. Luego cae y su cuerpo queda
tendido en el asfalto. Se acercan dos hombres uniformados y vuelven a ligar las
cuerdas a la cruceta. Él se levanta robotizado y se incorpora a la
hilera. Por sus mejillas de madera caen dos lágrimas que inundan el pavimento.
Miro a mi alrededor, pero no distingo más color que el gris, ni reconozco
más sonido que el chirrido amargo de sus lloros al estrellarse contra el suelo.
Todos sollozan. Asustado empiezo a correr hacía la lejanía. La línea del
horizonte es cóncava y, entre ella y el cielo, sólo se alza el
vacío. Nadie me mira, nadie me habla. Me persiguen. Corro.
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Esta es mi aportación en la II Primavera de Microrrelatos Indignados organizada por :
Miguel Torija La colina naranja
Rosana Alonso Explorando en Lilliput
Ana Vidal Realtos de andar por casa
¡¡¡Terrorífico micro Xavier, pero tan bellamente contado!!!
ResponderEliminarBesos indignados desde el aire
Gracias Rosa,
EliminarLa realidad es terrorífica, y algo habrá que hacer para que el futuro que se está dibujando no se asemeje a esa fila de marionetas.
Un abrazo.
Seres, que ya no lo son, intentando salir de la guerra en que están inmersos y no es suya.
ResponderEliminarUna guerra, eso ví
Luisa, esto es una guerra. Una guerra immensa y desigual, como todas las guerras. Una guerra entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada.
EliminarUn abrazo.
Xavier, un microrrelato de ciencia-ficción o no, pues vamos camino de la fila controlada por esos severos profesores que no se enteran de nada.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Nicolás, algunas veces la realidad y la ficción son la misma cosa. Y aunque no seamos capaces de percibir los hilos, ni siquiera las crucetas, cada día no asemejamos mas a esos seres imprecisos, a esas marionetas.
EliminarUn abrazo.
Esos "seres imprecisos" aún saben llorar... quiero ver en ello una nota de esperanza, ya que si saben llorar tal vez sepan también amar, odiar, rebelarse.
ResponderEliminarHola Dominique, Bienvenida al Caleidoscopio.
EliminarSiempre hay esperanza, siempre. Habrá que empezar a escaparse de esa fila, a salir del rebaño, habrá que rebelarse y romper esos hilos que nos mueven.
Un abrazo
El terror se ha aposentado en el alfeizar de mi ventana. Veo a un hombre que cae al suelo. Unos uniformados se golpeaban. Le calculo 70 años, 50 años de trabajo, 40 años de amor, 30 años de criar a unos hijos, 20 años de dolor de espalda, 10 años de sabiduría y cinco minutos para desear que salga el sol de la cordura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Saldrá, ese sol saldrá. Porque somos mas y admás tenemos razón.
EliminarUn abrazo
No sé como consigues ese "toque" que distingue tu historia de las demás, sin menospreciar a nadie por supuesto, pero esto es como cuando entre buenos cocineros uno te pone en el paladar un sabor que perdura más que los otros.
ResponderEliminarSólo me queda hacerte una reverencia y marcharme.
Gracias Yolanda, siempre tan exquisita en tus comentarios. Tu sabes que sobre gustos no hay nada escrito, pero agradecido porque te gusten mis guisos.
EliminarUn abrazo
Buf. Qué bueno, Xavier. Todo, de verdad; me descubro ante lo que cuentas, cómo lo cuentas y lo que logras hacer sentir al que lo lee.
ResponderEliminarMaravilloso trabajo según mi criterio.
Besos.
en dos palabras : Im- presionante.
ResponderEliminarMagnífico. Te superas.
Muy bien contado Xavier. Un relato que mantiene la tension y el pulso narrativo hasta el final y que invita a releerlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Uf, Xavier, entiendo muy bien tu micro, hace un poquito de tiempo escribí también uno sobre marionetas y es que así siento que nos estamos volviendo, simples marionetas diri8gidas por hilos invisibles y como no espabilemos, dejaremos de sentirnos vivos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Excelente relato Xavier, lástima que no tenga tiempo para leerte más a menudo. Hay una soledad e indiferencia que desgarra. Tiene un tono onírico tremendo, de pesadilla, de la que el personaje quiere escapar. Espero que lo consiga. Espero que lo consigamos. Consigues hacer bello hasta el horror.
ResponderEliminarY a Albada2 decirle que su comentario es casi un microrrelato.
Abrazos
Leo y releo, Xavier, y estoy convencido de haberte leído este micro antes. O eso o una sensación de deja vu muy poderosa.
ResponderEliminarEs tremendo por lo real que resulta en su fantasía. Da escalofríos.
Un abrazo.
Leyéndote he sentido como el tironcito de un cordel en la espalda.
ResponderEliminarMuy bueno Xavier.
Un abrazo.