Descolgué el teléfono de madrugada: “Hola soy María”. Me llamaba
para suplicarme que abandonara la
ciudad. Me explicó, nerviosa, que una
nube de fuego se acercaba, que el aire sería irrespirable. Llevaba dos horas
conduciendo por la carretera que atraviesa el desierto -me pareció la ruta de
huida más segura-, cuando una señal de tráfico rasgó la invariabilidad del
paisaje. Me sorprendió por lo inusual: “peligro, animales sueltos”. Entonces
una bandada de unicornios alados cruzó el cielo. Proseguí mi camino y una nueva señal requirió mi atención: “paso
de peatones”. Frené en seco. Sorprendido miré hacia la derecha, luego hacia la
izquierda. Todo era arena. Una anciana emergió entre las dunas. Caminaba con un
bastón, unas gafas negras y un perro guía. Ayudada por el animal atravesó la
carretera hasta desaparecer entre los montículos. Dejó una bolsa en el arcén.
Descendí del vehículo: nada, nadie. Recogí el paquete, dentro había una
caracola, de esas que se expanden hasta tocar el universo, y al
acercármela escuche la risa ostentosa de María. El viento comenzó a
silbar y el cielo adoptó un color desafiante.
En ese momento miré el reloj, giré el volante y tomé el camino de
regreso. Casi llego tarde al trabajo. Ni siquiera conozco a nadie que se llame
María. Y sin embargo.
© Xavier Blanco 2013.
ah, lo de siempre
ResponderEliminarBueno, quizá la hayas confundido con la otra María. A veces sucede.
ResponderEliminarMuy bueno.
Una rutina llena de fantasía. que alegra una mañana.
ResponderEliminarSaludos
Anna J R
Un a versión muy subrealista del dejarse llevar por el instinto. Me ha encantado.
ResponderEliminarjajaja muy buen título. Me ha gustado mucho este viaje entre sueños o no...
ResponderEliminarUn saludo
Me gussstaaaa. Cuidado con las marias
ResponderEliminarMe gusta esta paranoia, esta vuelta y revuelta.
ResponderEliminarUn abrazo!
María de mis pecados. Esa que habita en las curvas de ida al trabajo, mal desayunado. Me gustó.
ResponderEliminarUn abrazo
Oye, ¿no sería Eva? pobre la pobre desde tiempos immemoriales tiene la cupa de todo lo que le ocurrió a la Humanidad...
ResponderEliminarUn beso
He disfrutado con esta exhibición de imaginación desbordante y deliciosa.
ResponderEliminarFelicidades.
Siempre me pregunto, cuando te leo, qué tiene que ser leer una novela tuya, una gran novela, tu novela; pero acabo concluyendo que la brevedad de este género es una virtud más donde aún brillan con mayor fuerza las palabras que escoges.
ResponderEliminar¡Qué delicia! No recuerdo cuando lo leí por primera vez que con tus textos pasa como con los buenos vinos, mejoran con el tiempo. Es una maravilla, de tus mejores micros, imaginativo, onírico, original, surrealista, divertido y con ese final abierto que tanto nos gusta. Un abrazo.
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