|Naturaleza muerta |
La
estancia es pequeña, hay una mujer recostada sobre un sillón frailero,
un espejo y una mesa camilla, adornada con una cesta de fruta madura.
“Mantenga esa posición y fije la vista en el espejo”, -reitera el pintor
-.
Ella, sentada en la silla, observa su cara -no se reconoce-; sus ojos de niebla apenas distinguen la imagen, como si solo fuera el retrato latente de un daguerrotipo revelado con insuficiente luz. Intenta dibujar una sonrisa en ese espejo mohoso, pero el reflejo no se deja engañar. El artista esboza en el lienzo una línea, recta y dispersa, es el único trazo con el que adorna su semblante. Orgulloso de su obra, recoge sus pertrechos y abandona la sala. La mujer sigue perdida en su mirada, una soledad prepotente cerca su anatomía, como si la bolsa amniótica de la vida se hubiera roto hecha añicos. Hace semanas que espera, siempre tuvo un sexto sentido para las cosas de la vida. Sus ojos regresan al espejo, pero la imagen se desvanece. Ovillada en mil hebras de memoria su cuerpo resbala extinto en la silla: sus ojos negros, sus ropas negras y su negra existencia.
Regresa el pintor y recoge su guadaña.
Ella, sentada en la silla, observa su cara -no se reconoce-; sus ojos de niebla apenas distinguen la imagen, como si solo fuera el retrato latente de un daguerrotipo revelado con insuficiente luz. Intenta dibujar una sonrisa en ese espejo mohoso, pero el reflejo no se deja engañar. El artista esboza en el lienzo una línea, recta y dispersa, es el único trazo con el que adorna su semblante. Orgulloso de su obra, recoge sus pertrechos y abandona la sala. La mujer sigue perdida en su mirada, una soledad prepotente cerca su anatomía, como si la bolsa amniótica de la vida se hubiera roto hecha añicos. Hace semanas que espera, siempre tuvo un sexto sentido para las cosas de la vida. Sus ojos regresan al espejo, pero la imagen se desvanece. Ovillada en mil hebras de memoria su cuerpo resbala extinto en la silla: sus ojos negros, sus ropas negras y su negra existencia.
Regresa el pintor y recoge su guadaña.
© Xavier Blanco 2012
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Este texto ha sido elegido, junto al de cuatro autores mas, ganador de la convocatoria del mes de septiembre del “II Certamen Internacional de Relato corto...para mesilla de noche”, que organizan los amigos de esta noche te cuento. Ya está abierta la convocatoria de octubre.
Precioso tu texto, y merecido el premio. ¡¡¡Enhorabuena Xavier!!!
ResponderEliminarQué bien, Xavier, desde que lo leí supe que era un relato de premio.
ResponderEliminar¡Felicidades! Un abrazo.
Enhorabuena Xavier!! Es un texto digno de sacarle una fotografía o quizás de pintarlo. Estar entre los ganadores de este mes tiene que ser para tí un gran empuje que seguramente no dejas pasar de largo.
ResponderEliminarEsperaremos tus nuevas letras y mientras tanto ...celebraremos contigo esta nominación en ENTC. Felicidades.
Un abrazo de Laura.
¡Enhorabuena, Xavier! Un premio más que merecido.
ResponderEliminarUn abrazo,
Buenísimo, Xavier. Enhorabuena.
ResponderEliminarTe escuché en la radio, junto a Miguel Ángel, qué binomio de sorpresas más agradable :-)
ResponderEliminarUna visión distinta de la muerte. Me ha gustado. Enhorabuena.
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