martes, 1 de marzo de 2011

43 ...Algo no está funcionando bien.



“...estos tipos aprovechan la crisis para poner en marcha políticas que nada tienen que ver con las causas de la misma, pero si tienen mucho que ver con la imposición de su idea de una sociedad más cruel, más desigual y menos democrática”.

 Naomi Klein "La doctrina de choque"










Estos días las grandes empresas españolas han presentado sus resultados económicos del año 2010. Al escucharlos uno siente vergüenza, ajena claro. Con lo que está cayendo, la mayoría de ellas han tenido unos beneficios muy superiores a los del año anterior, y en algunos casos son resultados históricos. Está claro que no llueve a gusto de todos. Me llamaréis demagógico, pero me da igual, os recordaré sólo algunas: Criteria 1.823 millones (38,5% más), Ferrovial 2.163 millones, Endesa 4.129 millones (20,4% más). Hay más, 4.693 millones (un 200% más) para Repsol: éstas son las de la gasolina, y Telefónica, pobrecitos sólo 10.167 millones (30,85% más). Que hacendosos, que buen trabajo han realizado estos chicos.

Giro la página del mismo diario y leo que los parados en este país hace tiempo que superaron los 4 millones, especialmente mayores de 45 años, mujeres y jóvenes sin futuro. Que las familias que tienen todos sus miembros en paro aumentan sin parar, igual que los desahucios y, por tanto, los que se quedan sin un lugar en el que vivir. Sigo pasando páginas y leo que  el banco se puede quedar tu casa, pero debes de seguir pagando la hipoteca. Leo, leo... y no quiero leer más. El riesgo de fractura social cada día está más cerca. Las diferencias entre los que más tienen y los que no tienen nada se van incrementando. Ante este panorama desolador, nuestros gobernantes no piensan en una reforma financiera, ni siquiera fiscal,  no piensan en ayudar a los que realmente lo necesitan. Aquí se ha elegido el camino fácil: la reforma laboral, abaratar el despido, bajar las pensiones, adelgazar el Estado del Bienestar, reducir en educación, en sanidad y en prestaciones sociales. Donde manda patrón, no manda marinero. Son los dictados de los mercados, es lo que les indican desde el Banco Mundial, desde el FMI, lo que luego nos fiscaliza la señora Merkel, desde Alemania. En esto de obedecer somos los primeros de la clase, tenemos matrícula de honor.

Viendo el panorama, algo no está funcionando bien. Algo debe de estar fallando. Eso que llaman los "mercados" continuarán apostando a la baja, de manera especulativa, contra la regeneración de la economía, y, claro, ante esta situación, ellos seguirán pidiendo esfuerzos, flexibilidad, reducir derechos, bajar salarios, apretarnos el cinturón. Y nosotros, pues a lo que nos digan. Pero lo realmente escandaloso es aguantar que esas agencias de calificación de riesgos, esos bancos, esas multinacionales  que promovieron y abalaron la burbuja financiera y las hipotecas basura, sean ahora los que hagan un pulso a los gobiernos, los que dicten las recetas para salir de esta crisis salvaje en la que ellos nos metieron. Ellos piden austeridad, pero para nosotros.

Estos tipos que gobiernan el planeta, como dice Naomi Klein, en su libro La doctrina de choque “aprovechan la crisis para poner en marcha políticas que nada tienen que ver con las causas de la misma, pero si tienen mucho que ver con la imposición de su idea de una sociedad más cruel, más desigual y menos democrática”.

Que nadie se equivoque, esta es una lucha ideológica, la economía es solo una coartada. En esta lucha ellos tienen localizados a los  enemigos, y disparan a discreción, sin reparos. Hay dos  principales: el Estado del Bienestar y los sindicatos. Se aprovecha la crisis para acabar con los pocos contrapesos que quedan al poder político, a las grandes empresas y a los ricos. Se aprovecha la crisis para acabar con el Estado, que es lo que garantiza la equidad. Se aprovecha la crisis para descalificar y debilitar a los que defienden a los trabajadores. Quieren acabar con el sueño de un mundo más justo.

Llamarme simple, pero la solución no parece muy complicada: es necesario un cambio en el modelo productivo, regular decididamente los mercados financieros, gravar la circulación especulativa del capital, apostar por una economía sostenible que respete el medio ambiente, primar la formación de los ciudadanos... Ahora no toca adelgazar el Estado del Bienestar, toca fortalecerlo, es la última trinchera desde donde los más débiles pueden luchar contra la injusticia y la desigualdad que crea la crisis económica. Uno tiene la sensación que vamos como náufragos a la deriva y lo peor es que cada vez se divisan en el cielo menos estrellas en las que guiarnos. Son malos tiempos para los ciudadanos.

Aquí estamos la mayoría pagando los pecados del capital: la avaricia, la gula, la envidia y la soberbia de estos piratas. Por su mala cabeza nos han tocado años de penitencia, y ellos como los señores de la Edad Media, con el dinero ya han comprado su perdón, y continúan pecando. Qué contrasentido, los que pagan la crisis son aquellos que no la crearon. Hay que luchar contra esa ideología, contra ese modelo que prima al individuo frente al colectivo. Contra ese modelo que tiene en la búsqueda del máximo beneficio su razón de ser, y eso convierte la vida diaria de la mayoría de los ciudadanos en una guerra de todos contra todos. Hay que defender el Estado del Bienestar como elemento centralizador, que redistribuye la riqueza,  que defiende a los más débiles frente a los poderosos, que garantiza la igualdad entre todos los ciudadanos, que permite el acceso universal a la educación y a la sanidad pública. Hay que defender esa trinchera, poco mas nos queda.

¿Sabéis que es lo peor? Que esos tipos ya no podrán ir al infierno, pues hace unos meses que el Vaticano nos anunció que el infierno no es un lugar físico, sólo un estado de ánimo. Ni siquiera nos queda ese consuelo. Escucho sus risas...Algo tendremos que hacer y más nos vale que sea pronto.
© Xavier Blanco 2011.

1 comentario:

  1. Las crísis que modernamente se están dando, no cabe la menor duda que son provocadas por el propio sistema para sostener su dominio y privilegio.

    El dios mercado no es un ente abstracto, que genera por si solo desequilibrios, detrás hay unos señores con cara y ojos que toman decisiones a sabiendas de lo que producirán como efecto.

    La producción energética, el sistema financiero, la articulación jurídica, el control sanitario y alimenticio, los conflitos bélicos y el reparto armamentístico, la profesionalidad política y el ejercicio policial, entre otras muchas herramientas de gestión que se han ido desarrollando hasta límites insospechados, permiten sostener la idiología de los que se sienten superiores, condenando a los demás mortales a sufrir sus abusos de poder.

    Si extendemos nuestras parabólicas, como está haciendo el mundo árabe, más allá del ocio cibernético, podremos como ellos, primero ponernos en situación real, para una vez tomada acertada lectura de los acontecimientos, aunar reacciones en cadena que permitan generar un plano de rechazo generalizado sobre el rumbo de futuro indeseado que nos quieren configurar.

    La fuerza está de nuestro lado, somos más y nos necesitan para lograr sus fines,neguémonos a participar en su diseño de gobierno del mundo, para obligarles a ponerse a la altura de los demás

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