Sólo quedan bosques en los depósitos
de los museos: una evocación amarilla en libros desvencijados. Igual sucede con
los árboles, los acordes del viento o el olor de las madreselvas. Todos
extintos, convertidos en tenues trazos de memoria, esquirlas que socavan los
recuerdos. En esos tomos carcomidos he descubierto imágenes de robles, colores que
ya no existen, los caminos de las hormigas,
el árbol del que germinaban las mariposas…Se acabó huir. Esperaremos exhaustos
en este caserón destartalado, en el mismo lugar donde antaño florecía la espesura.
Ahora el bosque es un precipicio abrupto lleno de escombros y cenizas; un lugar
donde anidan los cristales rotos. A lo lejos se escuchan las sirenas, el
chasquido de los percutores y el ladrido furibundo de los perros. Se aproximan
incansables. Husmean la maleza, pero ahí
debajo no perciben nada, sólo razones difuntas y argumentos roídos por la
herrumbre. El cuerpo del abuelo permanece ovillado en el sillón mientras los
niños corretean risueños entre las basuras.
Huele a frustración, revolotea la sombra del ocaso, se marchitan las
quimeras. Papá me acaricia la nuca. Llora. No se percibe nada en la lejanía, ni
siquiera el futuro. Ahí están, disparan. Papá ha caído. Somos los últimos.
© Xavier Blanco 2012.
Un texto apocalíptico, pero que hasta parece bello el tema de la mano de tu pluma :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Sara, sí, es una historia apocalíptica. Que espero solo la podamos imaginar en la ficción.
EliminarUn abrazo
Como bien dice Sara, es un texto apocalíptico en el que la destrucción del Medio Ambiente queda reflejada a través de tu prosa desgarrada donde un bosque es un objeto "coleccionable" en un museo de nuestra memoria. Sigues manejando los temas más oscuros que presagian destrucción y desasosiego. Pero lo haces con dulzura, y las palabras parecen mecerse en tu pluma como si escribieras los "primeros del bosque".
ResponderEliminarYo no quisiera la última de ningún "bosque", y a este ...¡he llegado la segunda!. Creo que voy por buen camino :)
Un abrazo por este texto que me ha encantado.
Laura.
SER, "yo no quisiera SER" ... entre tanta inexistencia, olvidé la mía propia. Perdón. ;)
EliminarLaura, destrucción y dulzura, curiosa combinación. Algunas veces las palabras mas bellas pueden describir el peor de los presagios. Las palabras son como la magia, lo pueden todo y pueden nada. Espero que el bosque nunca sea un objeto de colección.
EliminarYa sabes que aquí siempre serás de las primeras.
Un abrazo
Un texto apocalíptico, que espero no llegue a ser real. Aunque no sé si vamos por el buen camino.
ResponderEliminarEnhorabuena por tus últimos éxitos, "Francotiradores", entrevista en La Esfera. Está claro que si no eres un gran lector, no llegas a tu nivel de escritura...
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
David, es un placer tenerte por aquí, y compartir contigo este vicio por las palabras. Como ya decía en mi anterior post, hay semanas que te sientes vórtice de tornado, otras tunel oscuro. Hay que saber combinar los dos estadios, cuando las cosas salen bien,y cuando no salen. Solo queda escribir, por el simple placer de hacerlo.
EliminarUn abrazo.
De todos los desafíos que acontecen a la humanidad, quizás el más urgente de atención sea, la preservación de los bosques y los océanos, la bio-diversidad animal y vegetal, si queremos lograr la sostenibilidad del planeta para las generaciones venideras, un paisanaje donde los humanos puedan seguir desarrollándose en armonía con el medio natural, del cual procedemos y necesitamos.
ResponderEliminarTendremos que modificar muchas de nuestras pautas de comportamiento hacia el entorno natural, si no queremos dejar tras de si, un campo convertido en cenizas.
Gorka, sabias palabras. Hay que cambiar muchas cosas, hay que volver a los orígenes, al equilibrio entre el medio y el hombre.
EliminarUn abrazo
Es un buen micro, serviría para intentar concienciar de la necesidad de cuidar nuestra casa: la Tierra, no tenemos otra y al paso que vamos negro futuro nos espera como en tu relato.
ResponderEliminarBesitos
Elysa, vamos a pensar que en este caso ficción y realidad están muy alejadas. Que el hombre será capaz de virar esa nave que nos lleva al iceberg de la destrucción.
EliminarUn abrazo.
Después de los últimos, los sabuesos y sus dueños ya no tendrán motivo para existir. Solo se volverán un recuerdo en los libros amarillos.
ResponderEliminarEs apocalíptico, sí. Pero igual huele a poesía.
¡Saludos, Xavier!
Sergio, bienvenido al Caleidoscopio y gracias por el comentario. Como le decía a Laura sólo las palabras permiten hilvanar belleza y destrucción.
EliminarUn abrazo
Tu micro me ha recordado una cosa que me dijo una amiga mía con la que compartía piso cuando era estudiante. Era geóloga y me dijo que a la Tierra le da igual los incendios, la destruccion, los afanes desmedidos de los humanos y el cambio climático. Ella, aunque se destruyan bosques y mares a lo largo de millones de años vuelve a regenerar, sobrevive, y los únicos que perdemos somos nosotros. Un abrazo.
ResponderEliminarMar, puede que tu amigo tenga razón, y cuando ya no queden libros, ni perros ni hombres, el viento seguirá acunando bellas simientes que germinarán en cualquier punto del planeta.
EliminarUn abrazo
Mientras haya árboles se podrá escribir hablando de ellos. Se podrá, porque estaremos vivos.
ResponderEliminarUn abrazo, Xabier
Torcuto, es una placer verte por estas páginas. Así es, espero que nunca dejemos de escribir sobre los árboles, ni sobre el cielo azul o los colores del arcoiris.
EliminarUn abrazo
Distópico total.
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