domingo, 27 de febrero de 2011

42 Los Músicos de Bremen.

Las cosas habían cambiado. A peor. Lo suyo era una vida de perros. Difícilmente podía ser de otra manera: era un dálmata. Bien, bien, tampoco. Era blanco, con manchas negras. En realidad era un chucho cualquiera. Hacía semanas que aquello no pintaba bien: el pienso se convirtió en sobras, y las caricias en patadas. Malos tiempos.
Un día su amo lo dejó abandonado en un descampado, lejos de la ciudad. Él no era Pulgarcito, no había dejado piedrecitas por el camino. Tampoco era un perro de esos de la televisión que aparecen dos años después, en casa de sus propietarios, tras haber recorrido medio mundo. Leyendas urbanas. Se quedó allí. Ahora vive en una comuna, con un gallo, un burro y un gato callejero. Podría haber sido peor. Mucho peor. La crisis es muy mala. La música amansa a las fieras. 
© Xavier Blanco 2011.

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viernes, 25 de febrero de 2011

41 DE NUEVO LA NOCHE.



 
© Sergi Fornasari. El sol cau a Burriac.
  DE NUEVO LA NOCHE

Irrumpe la  oscuridad,
de nuevo la noche.
Olas que abaten certezas,
céfiros que derrocan convicciones.

Escribo cosas momentáneas, fugitivas,
como un relámpago, como una descarga.
Sólo trazos, cosas efímeras, perecederas,
como una mirada, como una destello.  

Aquí estoy garabateando sueños,
aquí de nuevo, sólo en mi mente.
Me llueven los sentidos, me inunda la niebla.
Pregunto, quiero saber de mí.

No hay respuestas, no puedo, me extraño.
Regreso. Y otra vez comienzo,
escribo cosas temporales, inestables, humanas,
como un suspiro, como un gemido, como un
lamento.

El eco de una voz que silencia el silencio,
la mudez que me amordaza.
Afligido. Soñar lo soñado, soñar despierto.
Aquí estoy, de nuevo la noche.


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© Xavier Blanco 2011.


miércoles, 23 de febrero de 2011

40 La calle árabe.



“Los que hacen imposible la revolución pacífica, hacen inevitable la revolución violenta”
John F. Kennedy



Hoy vuelvo a escribir sobre ellos. Ayer Túnez y Egipto, hoy Libia, Bahréin, Yemen, Argelia y Marruecos. Llamarme pesado, pero creo que estamos viviendo hechos que cambiarán el mundo, que ya son historia.

Hace ya algunos años tuve la oportunidad de visitar Marruecos y también Egipto. De eso hace ya casi 20 años. Recuerdo los palacios, las mezquitas, los paisajes, las pirámides, los mercados…Pero si hay algo que ha permanecido en mí, es la gente, la calle árabe. El bullicio, las charlas, las risas, la sensación de que el tiempo estaba detenido. Los jóvenes y adolescentes quietos, ociosos, en las esquinas, en las calles, viendo pasar la vida, sin hacer nada, sin futuro. Recuerdo a Abdel, un joven que conocí en Marruecos, y a Fátima, una adolescente que nos hizo de guía en Fez. Recuerdo a Mohamed, que nos invitó a su casa en El Cairo. Recuerdo sus anhelos, sus sueños de libertad. Hoy los tres rondarán los 35 años y estoy seguro que, si no malviven en los arrabales de alguna gran ciudad de Europa, estos días están luchando por un futuro mejor.

El mundo árabe se ha convertido en un tablero de juego, de un juego macabro, donde no se juega sólo con blancas o negras. Aquí y ahora hay demasiados intereses: EE.UU, Israel, Irán, Francia, Europa…Se juegan partidas simultáneas, lo peor es que la partida está llena de tramposos, de trileros, de cartas marcadas, de profesionales del miedo que apuestan a todo o nada, jugándose a la ruleta rusa el futuro de esas gentes. Pretenderán engañarnos, pero EEUU y Europa siempre estuvieron del lado de esos dictadores, de esos tiranos. Ben Alí, Mubarak, Gadafi… para el dinero, esa gentuza siempre fue un mal menor.

Hace ya demasiado tiempo que el miedo al islamismo, a los radicales islámicos, substituyó en el tablero internacional el miedo al comunismo, el que tan buenos resultados dio en los tiempos de la Guerra Fría. El anticomunismo de ayer es el antiislamismo de hoy. Pero la muchedumbre, la plebe desarmada, arriesgando su vida, ya ha tumbado a los dictadores de Túnez y Egipto, y todo ello sin quemar banderas de Israel, ni de EE.UU, sin arbolar las banderas verdes del Islam. Explotan los anhelos de libertad y lo hacen sin consultar a la geoestrategia, es un momento histórico, de perplejidad y de desconcierto.

Esto no se para, el cóctel es mortal, y ya ha sido ingerido: escalada de precios de los alimentos básicos, paro juvenil endémico, niveles escandalosos de pobreza, desigualdad crónica, falta de libertades, violación de los derechos humanos…


Ahora ha llegado la hora de Libia. Gadafi ha pasado la línea que separa un tirano de un genocida. Masacra las ansias de libertad de su pueblo con morteros, ametralladoras, tanques y aviones. Hoy el libro verde, destrozado por los ciudadanos, no sirve ni para papel de fumar. Que poco han aprendido estos tipos, usando la brutalidad para acallar las revueltas. Si hay algo que caracteriza a las tiranías es su ceguera. Hace pocos días el FMI visitó Libia, y alabaron “su comportamiento macroeconómico y el progreso”. Estos tampoco se han enterado de nada. Ellos a lo suyo. Hace demasiado tiempo que los mercados y la libertad de los pueblos llevan caminos divergentes, antagónicos diría yo. El poder del dinero nunca ha sido tan grande y tan mezquino como lo es ahora.
  
Como nos tiene ya acostumbrados, la Unión Europea ha hecho poco y tarde. Cuánto traje y cuánta corbata. Europa sigue su camino trazado, a la derecha y al pasado. Hace tiempo que Europa ha dimitido, ha abdicado de sus principios de igualdad y libertad y de sus valores democráticos, preocupados sólo por la inestabilidad económica, por la inestabilidad política, por los flujos migratorios.  A estos tipos les importa un bledo los ciudadanos árabes. Ellos están apenados por el petróleo de Libia, por el gas de Argelia, por los tratados de pesca con Marruecos, por el tráfico económico del Canal de Suez. Algunos, tristes porque esta semana no habrá Formula 1 en Banhréin. Qué poco les importa la dignidad de estas gentes, la libertad de estos pueblos. El dinero no sabe de sentimientos.


Puede que sólo sea un sueño, pero las noticias que nos llegan de Libia, Bahréin, Marruecos, Irán, Yemen y Argelia, nos indican que caerán más fichas de este siniestro dominó. Esa "Internacional Autoritaria", siniestra,  se desmorona como un castillo de naipes. Me vuelvo a acordar hoy de Mohamed Bouazzi, el joven tunecino que se prendió fuego el pasado 17 de diciembre en Túnez. Esa llama encendió la mecha que hará saltar por los aires los polvorines del hambre, de la injusticia y de la falta de libertad. La calle árabe arde, se quema. Primero cayó Túnez, luego Egipto, mañana caerá Libia, no hay dique que pueda parar esta ola de cambio. Como dice Mohamed El Baradei “cuando se siente la libertad, no hay marcha atrás. La gente ha perdido el miedo”…Estas gentes han dicho !se acabó¡, y quieren asumir la responsabilidad y el control de su propia existéncia. No importa mañana, lo realmente importante es lo que ya ha pasado, lo que está pasando.

La calle árabe ha dicho basta, y con la calle no se juega. El pueblo, la plebe está ganando la partida. Las aguas del Mare Nostrum están revueltas, y el batir de las olas ya está mojando nuestro bienestar, su rugido ahoga nuestro silencio. Lo podemos decir alto y claro: el sueño por un mundo mejor y mas humano vale la pena. La leyenda del Ave Fénix pertenece a El Cairo, a la calle árabe: hay fuego bajo las cenizas, el miedo ha cambiado de bando. La Historia hace justicia,  parece que esta vez ganarán los ciudadanos.

© Xavier Blanco 2011.

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lunes, 21 de febrero de 2011

39 Crimen perfecto



No perdía de vista la portada de los diarios, aparecía en todas. Por suerte las fotos no eran recientes; costaba reconocerlo, pero captaban a la perfección esa presencia perversa que tantos disgustos le había dado. Se ciñó la gorra y volvió a colocarse las gafas. Recogió el maletín con cuidado. No podía cometer ninguna indiscreción,  ni un solo fallo.

Apuró el café y dejó unas monedas sobre la mesa ante la mirada sospechosa del camarero. No había marcha atrás, hiciera lo que hiciera ya nada cambiaría su suerte: era cruel, fiero, sanguinario y desalmado. Era el destino que, como una maldición ancestral, le perseguía. Toda una vida engañando púberes y degollando ancianitas. Era un lobo solitario.

Mientras aceleraba el paso, giró por un callejón angosto y se encontró a las afueras de la ciudad. Siguió caminando. Conocía el camino a la perfección, había repasado el plan cientos de veces, demasiadas horas planeando un nuevo crimen perfecto. Mañana volvería a aparecer su nombre en los diarios y un nuevo muerto se añadiría a su ya larga lista. Una detrás de otra iba cobrando las piezas de su colección. Pero él no era un asesino. Sólo era un verdugo, un justiciero. No se arrepentía de nada.

Esta vez no había sido fácil. No sirvió con engatusar a la secretaria de la Editorial. Tuvo que emplearse a fondo; habían cambiado al corrector, y el linotipista  ya no le creía. Suerte de aquel joven traductor que accedió a sus pretensiones. Ya no había marcha atrás.

Se apostó detrás de unos árboles, desde donde tenía una visión privilegiada de los tres hermanos. Reían, ajenos a su suerte. Qué poco le gustaba la felicidad. Con deleite abrió el maletín y, como si de un mecano de tratara, fue montando el arma pieza a pieza: insertó el cargador en la recámara y tiró de la palanca de armado hacia atrás. Veinte balas serían suficientes, pensó. Levantó el arma y fue apuntando caprichosamente a un hermano y luego a otro. Una mueca cruzó su cara: a cada cerdo le llega su San Martín.
La primera vez no lo pasó bien, pero al final te acostumbras a todo. La historia pone a cada uno en su sitio. Él tenía una misión y debía cumplirla. Apuntó al menor de los tres pero, sin saber por qué, giró el arma y disparó al hermano mayor - al listo, al de la casita de ladrillos, ¡menudo idiota! -. Acto seguido acabó con los otros dos. Impasible, desmontó el arma y la guardó en su maletín. Mientras tachaba una nueva pieza de su lista, se vio caminando hacia el siguiente cuento “El Lobo y las siete cabritas”.   No pensaba dejar ni una con vida. ¡Cuántas cosas habían pasado desde que abandonó a Caperucita!.
© Xavier Blanco 2011.


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“Los microrrelatos son una apuesta por la literatura futurista cuyas innovadoras técnicas responden a las exigencias de un mundo más moderno, donde el tiempo es plata y la prosa breve es oro (...). Se trata de una literatura que está muy cerca de la prosa poética y que, al mejor estilo de los haikus, se parece a un félido veloz y cimbreante, constituido más por músculos que por grasa.” (Víctor Montoya)

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sábado, 19 de febrero de 2011

38 Al sol que más calienta.






No sé vosotros, pero yo más de una vez me he preguntado: "¿a qué dedican los ricos su tiempo libre?". Pero los ricos de verdad, esos que no dan un palo al agua. Banqueros, grandes empresarios, aristócratas y demás ralea. Esos que están llenos de criadas y niñeras.





Estos días mirando la prensa he encontrado una respuesta,  algunos se dedican a la horticultura.  No os equivoquéis, no hablo del cultivo de la patata, de la lechuga o del tomate, para eso ya mandan al servicio al mercado. Estos se dedican al huerto solar. Ahora me explico.


En España hay más de 54.000 instalaciones de energía fotovoltaica. El 40 % está en manos de fondos de inversión, millonarios, multinacionales y constructoras. Este distinguido grupo, recibirá en los próximos 25 años más de 30.000 millones de euros en subvenciones, con cargo a la tarifa de la luz, esa que pagamos todos. No falta ni uno: la Duquesa de Alba,  familias de renombre empresarial, constructoras, eléctricas, los Carbonell, Zara, Almirall, Abengoa, e incluso algunos imputados por el caso Gürtel - ¡vamos!, lo mejorcito de cada casa, beneficiándose de las energías renovables.
 
¡Qué susto me he dado! Es increíble. ¿Han caído abducidos por los cantos de sirena del ecologismo y de la sostenibilidad? Estos tipos han cambiado de trinchera, pensé al principio. Nada más lejos de la realidad. Mientras la burbuja inmobiliaria explotaba y el agua nos inundaba de fango y lodo a todos, barro en el que seguimos atrapados, ellos ya habían cambiado de bando, y allí estaban en la hamaca sentados, al sol que más calienta.


Ahí están ellos, tranquilos, en un sector que asegura ingresos fijos y garantizados por ley. ¡Qué listos son estos tipos!. Ellos siempre al lado del progreso: lo más nuevo, para los de siempre. Sólo hace unas semanas que  nuestro querido Gobierno nos comunicó un aumento en la tarifa de la luz del 10% , y el ministro de Industria clamaba que ese incremento no era para tanto, que equivalía al coste de  un simple café. Ahora vemos que nos quedamos sin el café y pronto nos quitarán también el croasán. Mientras eso ocurre, los de siempre siguen desayunando bufet libre. Hay cosas que nunca cambian.

© Xavier Blanco 2011.

jueves, 17 de febrero de 2011

37 Mañana será lo que Dios quiera.



Era el último día, el de las despedidas. Don Marcial, el maestro, parloteaba desgranando las últimas líneas de su discurso: “Aquí, señores, ya no podemos hacer nada más por ustedes. Espero que sean hombres de provecho”. Había caras tristes. Ya sabían leer, escribir y las cuatro reglas, con eso ya se podían enfrentar a la vida. Él seguía con su perorata: “Mañana será lo que Dios quiera, pero no se equivoquen, a Dios hay que ayudarle un poquito: con orden, con esfuerzo y con perseverancia”. Para Don Marcial todo había que hacerlo con perseverancia.
Cada uno por su camino. La mayoría subsistirían en el pueblo, trabajando las tierras y ayudando a la familia. María, Genoveva y Lucía, marcharían a la ciudad, a servir a los señores, como se había hecho siempre. Eran los caminos de la pobreza.  Juan, a peritos; Nicolás, el del colmado, al seminario, y Pedro, el hijo del médico, marcharía lejos para estudiar para alcalde, como su padre. Esos eran otros caminos.
La bocina tintineó por última vez en el mismo instante que Don Marcial, el maestro, guardaba sus papeles en el maletín: “vayan ustedes con Dios”, fueron sus últimas palabras. Él recogió su título de graduación, sus recuerdos, sus cosas y, sin despedirse de sus compañeros, salió corriendo, iniciando una carrera frenética, como si le fuera la vida en ello. Giró el pasillo, bajó las escaleras a contrapié, y se encontró en la calle. Sin ver el saludo de su madre, siguió corriendo calle abajo, cada vez más deprisa, a la derecha por la Bajada de la Iglesia, para continuar por la Calle de los Milagros, cayó y volvió a levantarse. Ya a las afueras, se paró, exhausto, dolorido por el golpe. Su sombra alargada, omnipresente, se reflejaba en el terruño seco, polvoriento y resquebrajado. Se dejó caer en un saliente del muro.
Su madre, que lo había perseguido  todo el camino, jadeando por el esfuerzo y asustada, intentó abrazarlo. Hijo, ¿qué has hecho?, ¿qué ha pasado?. Nada madre, contestó, todavía sudoroso, sin dejar de mirar el suelo. Se volvió a levantar haciendo ademán de querer  continuar la carrera. Su cara blanca y pálida,  delataba pánico. “Hijo, estoy aquí para ayudarte, ¿de que tienes miedo?”. Siguió un silencio. Miró a su madre: su rostro sinuoso, su piel arrugada, esos ojos color miel, reflejaban bondad. Ella lloraba, se abrazaron: “Al porvenir madre, tengo miedo al porvenir”.

© Xavier Blanco 2011.

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martes, 15 de febrero de 2011

36 ¿El Gobierno de los mejores?.




Hoy no os hablaré de Egipto, tampoco de la política española, ni siquiera del PP. Hoy escribo de algo más doméstico, más cercano, de éste nuestro pequeño país Catalunya. De su Gobierno: “del Gobierno de los mejores”.


Ya no os acordaréis, pero siempre podemos tirar de hemeroteca. Nuestro Artur Mas, presidente pletórico, nos prometió a todos que  formaría el “Gobierno de los mejores”. Prometió fichajes galácticos, supercracks, pero al final pasa lo que pasa y tuvieron que tirar de cantera, de viejas glorias, de algunas promesas y de algún traspaso, de la empresa privada, que llegó en el mercado de invierno.

Ahora es fácil decirlo, pero la verdad, de entrada no me gustó mucho el tema. Eso de los mejores, ¿que queréis que os diga? Como dice el refrán castellano “ lo mejor es enemigo de lo bueno”, pues eso. Lo de los  mejores me suena a Aristocracia  (del griego aristos, “el mejor”, y Krátos, “poder”), ¡vamos! la opulencia del poder.  O suena a una oligarquía, o peor aún a una plutocracia (del griego Ploutos, “riqueza” y Krátos, “gobierno”), algo así como el poder para los ricos. Yo me quedo con la democracia –el poder del pueblo-.  Aunque si lo piensas bien, a algunos les debe hacer gracia eso de estar liderados por una élite intelectual, separada del vulgo y de la masa inculta.

Ya hace algunas semanas que comenzó el partido y, de momento, esto parece que no funciona. Apuntaban a Champions y como no se enderece el rumbo nos bajan a segunda. No hay esquema de juego, el entrenador se ve poco, no hay equipo y, lo peor, están jugando al patadón, al pase largo, a defender con once. Mucho arroz para muy poco pollo.


 

Primero empezaron cambiando los rótulos del vestuario, este de Medioambiente y Sostenibilidad, fuera que no me gusta. “Trabajo”, nada de nada, ahora se llamará Empresa y Empleo. Ya apuntaban maneras. Luego vinieron las primeras ruedas de prensa “Nissan marca el camino”, que era como decir: la recuperación económica se realizará a costa de los derechos de los trabajadores. Luego hemos visto lo que han hecho en Yamaha. Marcando estilo. De la supresión del límite de los 80 Kilómetros hora, ni hablamos. Hacía tiempo que no se veía tanta improvisación junta, tanto despropósito. Han continuado con las críticas a los profesionales del sector sanitario, el apoyo a los seguros privados. Que decir de las nuevas directrices en Enseñanza, primando para el acceso a los centros públicos un factor histórico, “si tu papá ha ido ese cole, tú también puedes ir” y concertando escuelas donde se segrega por sexos. Claro, y luego la crisis, que esa vale para todo: han recortado en estaciones de metro, en Hospitales, en Centros de Salud... Cuesta saber adónde vamos, pero el camino empieza a clarearse. Si se pretendía un gobierno amigo de los mercados, un gobierno que defendiera los intereses de los poderosos, un gobierno que cargara la crisis en los hombros de los trabajadores, contra los sistemas de protección social… entonces, sin lugar a dudas, este es el “Gobierno de los mejores”.

No hacen falta ideas, ni proyectos. Estos son tiempos de desconcierto, de perplejidad. Aquí y ahora manda la economía, y esa no sabe de grises: o va bien o va mal, y parece que es lo segundo. La economía no sabe de personas, las personas son demasiado complejas. La economía está por encima de la gente. La Economía es como una rama del ilusionismo, con el mismo efecto que una bomba de racimo,  y allí por donde pasa va amasando infortunios. 

Lo peor es que ahora no podemos abandonar la política, al contrario, somos sus protagonistas principales. La crisis económica ha devuelto a la política un protagonismo inmenso, y debemos aprovecharlo. Aunque ellos solo lo quieran para mandar, el poder sirve para cambiar el mundo. La política es un instrumento imprescindible para solucionar los problemas de la gente.  El capitalismo no es ninguna ley inmutable de la naturaleza. Podemos y debemos plantear un modelo alternativo. La historia nos ha enseñado que los grandes cambios siempre han comenzado por una situación  creciente de insatisfacción y de hartazgo. Nuestro bienestar nos ahoga, pero cada vez son más los que no tiene nada que perder, sin trabajo, sin casa y sin dar de comer  a sus hijos. Hartos, ahogado por el sistema. No podemos permitir que nuestros hijos hereden un mundo peor que el que nos hemos encontrado nosotros.


No me hagáis mucho caso, tengo prejuicios cognitivos, que es lo mismo que decir que soy parcial y tendencioso. Y seguro que es verdad.

© Xavier Blanco 2011.

domingo, 13 de febrero de 2011

35 CONFUSIÓN.


© Sergi Fornasari. Posta de Sol.


CONFUSIÓN.


El día espira, escurridizo, batido.
La luz gime, yerma y estéril.
No ignora que llega el ocaso,
que el silencio de la oscuridad enmudecerá su eco.
Pueden parecen pequeñas cosas,
¿Dónde está la ternura?
La noche te susurra,
¿Se puede soñar el deseo?
Mas allá del horizonte,
sus ojos te miran infinitos.
Sigues postrado en la trampa del recuerdo.
¿Podemos parar el tiempo?
Se eclipsará la noche, clareará un nuevo día.
¿Existen las princesas?
Noche, teatro de sueños.
Es invierno, presiento la primavera.
Gritas. Tienes miedo.
Quieres huir, pero ya estás atrapado.




© Xavier Blanco 2011.

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sábado, 12 de febrero de 2011

34 Egipto: el poder de los ciudadanos.
















Hoy no pensaba escribir sobre Egipto pero los acontecimientos me han desbordado. Mubarak se ha rendido. 18 días y 300 muertos después, la momia del faraón vuelve al sarcófago. El genio regresa a la lámpara, de donde nunca debería de haber salido. Otra momia para la ciencia, pero esta no irá a las vitrinas del Museo Arqueológico, ésta irá directamente a la galería de los horrores, al basurero de la Historia.

A veces los sueños se convierten en realidad. A veces, pocas, el miedo cambia de bando. A veces las ilusiones, los sentimientos más primarios, lo imposible,  se imponen a la represión, y a la tiranía. El 11 de febrero de 2011 ya ha quedado grabado, con letras mayúsculas,  en la historia de la libertad. El frío invierno ha dado paso a la primavera.

Que envidia, esas gentes en la plaza Tahrir, en las calles de El Cairo, en las ciudades y pueblos de Egipto, que no teniendo nada, tienen lo más importante, la razón, su dignidad insobornable. Que algarabía. Ríen, cantan, bailan, ¡que júbilo!, ¡qué satisfacción!. Después de la noche siempre viene el alba. Amanecen nuevos tiempos, nuevos caminos. El pueblo masacrado sale del negro túnel de la tiranía, del poder despótico. Hay luz ahí afuera.


El amanecer de las victorias  populares siempre es incierto. Me hago muchas preguntas: ¿qué será de la revolución egipcia?,¿cuál será el papel del ejército?, ¿nacerá un nuevo tiempo de libertad y democracia?, ¿volveremos al status quo anterior?.



 La igualdad nos hace ser mucho más felices. Que lección nos están dando; cuánto podemos aprender de ellos. La mejor razón para luchar es la emoción de la lucha misma. No podemos ser indiferentes. No podemos seguir parados. La elección no está en situarse en el bando de los acomodados o en el bando de los excluidos; hay otros caminos. Éste es el triunfo del pueblo, del rebaño hastiado. Es el poder infinito de los ciudadanos.

No es el final de nada, es el principio de todo. El camino de Egipto hacia la libertad acaba de comenzar. Todo está por hacer. Egipto es un referente político y cultural en el mundo árabe. No sabemos que sucederá, pase lo que pase, esto ya forma parte de la historia. ¿Quién será el próximo?. Una cosa está clara, el miedo ha cambiado de bando, ya no es un chollo ser un tirano.  La vida de un ser humano no tiene precio. ¿Cuánto vale la libertad de un pueblo?.

¡Viva Egipto¡. ¡Viva la Libertad!.


© Xavier Blanco 2011.

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jueves, 10 de febrero de 2011

33 Toda una vida.

Ya nada era igual. Después de volver de su último viaje estelar, había sido detenido. Su carácter no era amigo de disciplinas. Lo juzgaron. Le cayó la peor de las condenas, la más dura de las sentencias: vida infinita. Lo metieron en una nave. Le inocularon el virus de la inmortalidad. Lo lanzaron al hiperespacio.
Sigue vagando por el cosmos, una Galaxia detrás de otra. Días, meses, años, siglos, errando por el firmamento. Sentado, quieto, su vista perdida en el horizonte. Sólo tiene un sueño. Una ilusión absurda. Una quimera irrealizable: expirar, fallecer, que mas pronto que tarde llegue  el fatal desenlace.


Mejor con un poco de música. Supertram: Clika aquí

© Xavier Blanco 2011.

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“Los microrrelatos son una apuesta por la literatura futurista cuyas innovadoras técnicas responden a las exigencias de un mundo más moderno, donde el tiempo es plata y la prosa breve es oro (...). Se trata de una literatura que está muy cerca de la prosa poética y que, al mejor estilo de los haikus, se parece a un félido veloz y cimbreante, constituido más por músculos que por grasa.” (Víctor Montoya)


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martes, 8 de febrero de 2011

32 Egipto: ¿cuánto vale la libertad de un pueblo?.


Escucho, leo, veo: “Egipto vuelve a la normalidad". Releo confundido, no hay duda. Me pregunto muchas cosas. "¿Normalidad?", resuena en mi mente como un oxímoron maldito, como un laberinto semántico. Han abierto los bancos, la gente puede rezar a sus muertos. ¿Debe ser eso la normalidad?. Imagino que la democracia es temida por los guardianes del orden.



Mubarak ha comunicado a su pueblo que no se va –no hay avión para tanto botín- . Que morirá en Egipto, pero no dijo que moriría matando. La punta del iceberg de la represión supera los 300 muertos. Egipto vuelve a la normalidad, a la de la injusticia, a la de la tiranía, a de la opresión y el miedo.

La llama de la libertad sigue ardiendo en la plaza Tarhir. Cunde el desánimo. Cada día son menos, masacrados por la momia del dictador. Pero la llama  sigue brillando y nos alumbra un futuro mejor. Mujeres, hombres, niños, no me atrevo a mirarlos a la cara. Hace demasiado tiempo que nuestro bienestar nos paraliza. Cada día somos más los que, convertidos en rebaño, obedecemos. Nunca podremos agradecerles lo que están haciendo por nosotros. La libertad cotiza a la baja en los mercados.

Hoy no opino, no tengo valor, solo os pregunto: ¿qué hemos hecho por ellos?, ¿cuánto vale la libertad de un pueblo?.

Que nadie se equivoque: hay fuego bajo de las cenizas. La nube avanza. El humo es negro. El humo asfixiará al rebaño.
© Xavier Blanco 2011.

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lunes, 7 de febrero de 2011

31 Con traje y corbata.



Con música mejor. Dedicado a Gary Moore.



El día se presentaba esquivo. Se había despertado al alba con una sensación extraña. Era la misma que tenía después de una pesadilla, de un mal sueño, pero esta vez no recordaba nada. Hacía tiempo que el cofre de los recuerdos había perdido nitidez: ya no había detalles, sólo lugares sin nombre, momentos sin fecha, personas sin cara.

Se había levantado y aseado a conciencia. Y, como si una fuerza extraña le guiara, se engalanó con una camisa blanca, una corbata azul, y el traje de las grandes celebraciones. Todo ello sin razón, sin motivo aparente alguno. Hacía tiempo que no tenía nada que hacer y nada que celebrar, sólo vivir, y eso le ocupaba todas las horas del día. Había sido un hombre importante. Se miró al espejo y no reconoció su cara. Se ajustó el traje. Siempre hay que ir vestido para la ocasión –pensó-. Y las ocasiones pueden aparecer en cualquier momento, en cualquier esquina.

Salió al balcón. Un cielo azul invadía el paisaje y un sol brillante, dorado, había convertido el frío del otoño en una suave brisa de primavera. Cogió el paraguas, por si acaso. Mientras descendía por la escalera, camino de la calle, saludó a Don Genaro, el portero. No hubo respuesta. Le sorprendió. Miró su reflejo en un escaparate, seguro que no lo había conocido. Él tampoco se reconoció.

Siguió calle abajo, cogió el diario, saludó, pagó. Nada, nadie contestó. Como si no existiera. Se asustó. Se sentó en un banco del parque y cerró los ojos en señal de cansancio. Se sentía sólo, vacío, se extrañaba. Miró a su alrededor: el trinar de los pájaros, la brisa que soplaba, el color de los árboles. Se vio en un niño que correteaba, se reconoció en la  sonrisa de un adolescente, se halló en las caricias de unos enamorados…   

Abrió el diario y, mientras ojeaba aquellas páginas, se encontró con su foto, con su nombre escrito, con su biografía.  Leyó la noticia y le entró frío: había fallecido la noche antes. Recortó la esquela y se la guardó en el bolsillo. Dobló el diario y lo dejó en el banco. Se ciñó el nudo de la corbata y abrió el paraguas. Abatido por la noticia inició pesaroso su caminar hacia el infierno, sin despedirse de su vida.
© Xavier Blanco 2011.

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