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sábado, 8 de octubre de 2011

186 Las cuatro estaciones.


Entre los diferentes textos que escribí para el  I Certamen de Relato Corto "Los Jardines Secretos", presenté una serie de cuatro relatos denominada "cuatro estaciones": una combinación entre el ciclo de la  naturaleza y los personajes mitológicos de esas tierras de Cantabria, donde están radicados los jardines. Ya conocéis "Otoño", que quedó entre los relatos finalistas, hoy os presento el verano, espero que os guste.


EL VERANO.

Aquí el verano  es tardío, llega sigiloso, prudente.   Los ejércitos de la luz asedian los Jardines, los usurpan. El sol omnipresente se convierte en notario de los días. Su sudor mantiene caliente la noche, noches sutiles colmadas de estrellas. La naturaleza sigue su rumbo; las lilas florecen, el romero asoma  jugueteando con el agapanto. Llora huérfana de flores la glicina. Sobrevuelan zarapitos, mirlos, grullas, y entre ellos mariposea el duende Zahorí, buscador de sueños, cazador de deseos, perseguidor de quimeras. Es tiempo de amores adolescentes, de miradas furtivas, de besos robados, de risas. En verano la belleza es azul, cerúlea, como el mar que bate sus olas, transportando la brisa de la bahía. Tal vez como el cielo, infinito, inmenso, que nos cobija. También la belleza es verde como las hojas de los rosales; la naturaleza no tiene límites; ¿acaso lo tiene el viento, o el mar rompiéndose en espuma, o las flores que mece la brisa? El sol tiñe las hojas de ocre, de rojo, de dorado. Hay días que el verano se disfraza de  entretiempo. Esos días se escuchan los últimos esténtores del estío, sus póstumas bocanadas;  agosta y cae alguna hoja garabateando el camino del otoño.

(*) Dibujo: Duende Zahorí.

EL OTOÑO.

El otoño palpita, el corazón de los Jardines late sincopado. Las acacias pierden sus ropajes, y esa espesura salpica los senderos, tapiza los caminos,  cubriéndolos de nostalgia  y recuerdo.  Algunos árboles se desvisten, se despojan de sus bellas indumentarias y bailan lujuriosos siguiendo los ritmos del viento.  La hojarasca guarnece los atajos de matices y la naturaleza compite en un concurso de tornasoles, de colores imposibles. La bóveda celeste llora y sus lágrimas empapan la tierra. En otoño redoblan las campanas de la melancolía, el Jardín es de los rapsodas, de los peritos en lunas. Brotan los recuerdos y se injertan los olvidos. Resuena el aletear de las hojas aquietadas por el viento. El Arce se tiñe de rojo y las panículas rosas de las Lilas se pavonean, tiñendo la uniformidad de los helechos. En esos días grises, plúmbeos, lluviosos, el agua tenue, imperceptible,  convertida en un suave  calabobos, se alea con el viento, que deviene ráfaga, vendaval, ciclón de fragancias. El mar bate sus olas en los contornos de Pedrosa, bañando su anatomía. En esos días   puedes escuchar los murmullos de la Sirenuca, galanteada por el Hombre Pez, que sigue buscando su camino. A lo lejos asoma el invierno.

(*) Dibujo: El Hombre Pez.

viernes, 30 de septiembre de 2011

179 CONCURSO DE RELATOS "JARDINES SECRETOS"




Ya se ha desvelado el último secreto de los Jardines, ya tenemos el veredicto del Jurado.

Mi relato “El Jardín Secreto”  ha recibido una mención especial del jurado. Mis otros tres relatos finalistas La Bolsa de los Deseos”, “Jardines con Duende” y “Otoño” formarán parte de la publicación “Jardines Secretos 2011”. Formar parte -con cuatro relatos- de esa publicación es un orgullo, los aprendices de palabras somos unos clásicos –un poco antiguos- y todavía sentimos una predilección especial por el papel. En ese libro estaré muy bien acompañado por unos cuantos amigos, los relatos de Mar Horno, Montse Aguilera, Lola Sanabria y Luís Nieto también han sido elegidos para formar parte de esa publicación. 

Enhorabuena a todos, a los ganadores, a los finalistas y a todos los participantes.  

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Aquí puedes leer mis cuatro relatos seleccionados para la publicación "Jardines Secretos 2011"

jueves, 29 de septiembre de 2011

178 El Otoño.

Este relato ha sido elegido entre los 45 finalistas del
I Certamen de Relato Corto "Los Jardines Secretos". Pertenece a una serie de cuatro relatos, que presenté al concurso, denominada "Las cuatro estaciones".  Este es el primero de ellos...espero que os guste...





El otoño palpita, el corazón de los Jardines late sincopado. Las acacias pierden sus ropajes, y esa espesura salpica los senderos, tapiza los caminos,  cubriéndolos de nostalgia  y recuerdo.  Algunos árboles se desvisten, se despojan de sus bellas indumentarias y bailan lujuriosos siguiendo los ritmos del viento.  La hojarasca guarnece los atajos de matices y la naturaleza compite en un concurso de tornasoles, de colores imposibles. La bóveda celeste llora y sus lágrimas empapan la tierra. En otoño redoblan las campanas de la melancolía, el Jardín es de los rapsodas, de los peritos en lunas. Brotan los recuerdos y se injertan los olvidos. Resuena el aletear de las hojas aquietadas por el viento. El Arce se tiñe de rojo y las panículas rosas de las Lilas se pavonean, tiñendo la uniformidad de los helechos. En esos días grises, plúmbeos, lluviosos, el agua menuda, imperceptible, convertida en un suave calabobos, se alea con el viento, que deviene ráfaga, vendaval, ciclón de fragancias. El mar bate sus olas en los contornos de Pedrosa, bañando su anatomía. En esos días puedes escuchar los murmullos de la Sirenuca, galanteada por el Hombre Pez, que sigue buscando su camino. A lo lejos asoma el invierno.


©  Xavier Blanco 2011.







lunes, 26 de septiembre de 2011

174 CONCURSO DE RELATOS "JARDINES SECRETOS".




La semana pasada se dieron a conocer los 45 relatos finalistas seleccionados en el I Certamen de Relato Corto "Los Jardines Secretos", entre las casi 700 obras presentadas. Esta semana, de forma abierta, el público ha podido votar sus relatos preferidos de la lista de finalistas: mis cuatro relatos seleccionados han sido los cuatro relatos mas votados por el público, por este orden:






153 votos: F34. OTOÑO.

147 votos: F17. JARDINES CON DUENDE.


Ello implica que el relato "La Bolsa de los deseos" ha sido el relato ganador en voto popular, y se incorpora a las votaciones del jurado como voto de los participantes en el blog. Nada de euforias, no hay nada decidido, el próximo día 30 el jurado comunicará el resultado definitivo, este sólo es un voto mas entre los 9 del jurado. Este concurso tiene 700 ganadores.

Desde aquí  quiero dar las gracias a todos los que habéis votado mis textos : a mis amigos, a los seguidores del blog, y a todos aquellos que habéis elegido mis textos entre los 45 finalistas. Quiero realizar una mención especial a Sara Lew, Montse Aguilera y Elisa Lichazul, ellas -desde el primer día- apostaron por el relato"La Bolsa de los deseos", como uno de los posibles ganadores.


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La Bolsa de los deseos.

El año había transitado hirsuto, la tormenta de la vida seguía arreciando,  y el huracán del destino soplaba esforzado, derribando sueños e ilusiones. Cerramos las maletas con desgana, sin anhelos; sólo Pablo, el pequeño, mantenía la alegría en su semblante, indultado de tanta lamentación. Los días sucedieron cansinos, desencantados, uno detrás de otro, simulando una procesión doliente. La sonrisa de Pablo, sus castillos de arena y sus chapoteos menudos, rasgaban la monotonía, tiñendo de color aquel gris que cercaba todo. Una mañana, cuando las campanas del estío tocaban a regreso, visitamos “Los Jardines Secretos”, sugerente nombre, pensé. En la inmediación, el gris se fue tornando añil, verde, púrpura…, como si el arcoíris hubiera cortado el horizonte, coloreando  nuestras almas. Sin pretenderlo, descubrimos que los árboles tienen nombre: encinas, tamarindos, arces…, que el viento susurra, ronronea, incluso habla. Pablo miraba absorto, olía ensimismado,  escuchaba embelesado. Contagiados de esa quietud, de esa serenidad que nos envolvía,  disimulado, saqué la bolsa de los deseos, y fui distrayendo el aroma de lavanda, el gorjeo de un ave, la sombra de un eucalipto, el matiz de una rosa, el azul del cielo... Con esa despensa franquearemos el invierno, soñando retornar al paraíso.  

©  Xavier Blanco 2011.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

171 Sólo palabras...


Os escribo desde  los Jardines Secretos,  mis sentidos aleados con la candidez de las lilas, con las risas de los tamarindos, con  el murmullo del romero... Ensimismado, agasajado por el ocaso, leo el camino de las hormigas, el batir de las olas, el gorjeo de un ave, el guiño de las encinas,  y esa lectura furtiva licua mis verdaderos deseos: ser un mago, un prestidigitador, un ilusionista  de las letras, y poder explicar esta hermosura sólo con palabras. Si con caracteres pudiera transmitiros el bambolear de los pétalos, el ronroneo de un duende, la silba de un Arce, el reflejo del aroma de lavanda, la reminiscencia de los plataneros. Si pudiera asir el matiz de las rosas y garabatear su aroma utilizando signos,  perseguir  con ellos recuerdos, sueños, quizás borronear en un papel el olor del mar y condensar la sombra  del viento en simples monemas. Si pudiera narrar, contar, relatar, fabular la belleza de estos jardines, su perfección, su finura, escribiría un relato y participaría en el concurso. Observo por última vez los jardines, me deleito con esta sinfonía de la naturaleza sombreada de reflejos crepusculares, percibo susurros, mimos, caricias, apego. No hay palabras… lo siento, yo no puedo.

©  Xavier Blanco 2011.

Este microrrelato participó, sin éxito,  en el “Primer Certamen de relato corto Los Jardines Secretos”.



martes, 20 de septiembre de 2011

170 Concurso de Relato Corto Jardines Secretos.

El pasado día 15 finalizó el plazo para la presentación de relatos para el I Certamen de Relato Corto LOS JARDINES SECRETOS. Se han presentado 693 relatos. El Jurado ha seleccionado cuatro de mis relatos entre los 45 finalistas:




Hasta el domingo 25 a las 22 horas podéis votar, entre los 45 seleccionados, los relatos que mas os gusten. Se ha habilitado un  formulario que encontraréis en la página del certamen. Difícil tarea para el jurado. (Ir a la página del Concurso).

domingo, 11 de septiembre de 2011

162 El Jardín Secreto.


"Esa mala costumbre de convocar las reuniones de vecinos los domingos", dijo la señora Rosa, galana, ataviada de verde y  labios color carmín. Uno detrás de otro, los moradores del Jardín fueron tomando asiento. El señor Tamarindo con  traje marrón; el matrimonio Romero-Lavanda; Poseidón, con  tridente dorado y tocado de espuma. Tarde llegaron las Acacias, juguetonas, alocadas y las Lilas, impetuosas…"Sin pisar", inquirió la Encina. Presidía la reunión el Astro Rey: “estamos aquí reunidos para elegir nombre para nuestro Jardín”:
 - No se hable más, “Del Mar” -dijo Poseidón-; “Con duende” -musitó un enanito verde-; “De los deseos” -indicó el Arce-; menuda algarabía, vaya enredo. “De los recuerdos”, “del Edén”…, nadie atendía.  El día abatía y el Sol, bostezando, disipó su arrojo; suerte que afloró la Luna, majestuosa, engalanada con bellos ropajes:
- Todas vuestras propuestas son bellas, admirables: este Jardín no sería igual sin el mar que lo ciñe, sin el aroma de romero, sin la sombra de los árboles disimulando besos, sin las ilusiones de un niño, sin los sueños de un anciano... Este Jardín es de todos, pero no pertenece a nadie, no hay mejor nombre que  “El Jardín Secreto”. Una estrella fugaz surcó el cielo.
©  Xavier Blanco 2011.



El concurso tiene un blog: JARDINES SECRETOSAhí podéis leer las bases, ver los textos de los participantes y enviar vuestros relatos. 

martes, 6 de septiembre de 2011

156 El Jardín de los Recuerdos.

Se encubría  ya el sol y, sus rayos, vestidos de crepúsculo, irradiaban con luz vaporosa los eucaliptos que enaltecían el lugar. Caminando por el sendero que descendía, entre plantas de lavanda y sombras  de cormorán, dirigió su vista hacia el mirador: nadie, la vida le había vuelto a engañar. Recordaba aquellos días, aquellas risas; esos momentos que quedan tatuados en nuestra dermis, grabados con letras barrocas en el dintel de nuestro corazón.  En ese Jardín se dieron sus primeros besos,  se juraron amor eterno. Observó un hombre sentado en el banco. Aceleró su caminar, su corazón latía descompasado, efervescente, como si de una adolescente deseosa se tratara. Se abrazaron temblorosos: los ecos de la memoria  resonaron en el precipicio de la vida, el ámbar de sus ojos iluminó su rostro, sus dedos marchitos agasajaron su piel tatuada de surcos arados por la vida. Se besaron y, en ese roce infinito, su amor perenne sobrevino agua de romero, aroma de rosas,  simiente de felicidad. Sus caminos volvían a converger después de treinta años de espera, porque cuando el ocaso de la vida despunta por el horizonte eclipsando nuestra existencia, lo importante no es el primer deseo, sino el último.


©  Xavier Blanco 2011.



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viernes, 26 de agosto de 2011

144 Los Jardines del Olimpo.


El sol del austro iluminaba el rostro del anciano. Su tez pálida, coronada por una tupida mata de cabellos blancos, despuntaba entre el verde del follaje, revistiéndolo de una aurea angelical. El niño atendía encandilado, boquiabierto, ensimismado. El aroma de romero, aleado con el batir de las olas, componía una dúctil melodía que desfloraba los sentidos. El hombre se silenció; una mudez espiritual cercó el entorno.


- Abuelo…, cuéntame más historias de los Jardines.
- Una tarde socorrí a una ardilla que intentaba, sin éxito, desenredar sus extremidades atrapadas por la maleza. En agradecimiento me explicó que, antes que el mundo fuera mundo, Zeus, padre de  los dioses y los hombres, escudriñando un lugar donde erigir los Jardines del Olimpo, creó estos parajes. Posteriormente Poseidón, Dios del Mar y de las tormentas, colmó de agua nuestro contorno.  Eolo, desbocó su caja de los vientos, y una ráfaga infinita transportó las simientes más bellas que poblaban los confines del universo, haciendo germinar las semillas de tamarindo, de eucalipto, de arce, los aromas de lavanda… Atenea, hija de Zeus, desbordó la isla de sabiduría y  de equilibrio.
-Abuelo, esa historia no es de verdad.
-¡Pablo, nunca dudes de la palabra de una ardilla!


©  Xavier Blanco 2011.



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sábado, 30 de julio de 2011

115 Los jardines del mar.


El sol medroso iniciaba su camino de regreso, garabateando la línea del horizonte. El otoño palpitaba  y, en su contracción, ayudado por el ábrego, despojaba de vestiduras  los árboles, haciendo revoletear sus hojas por la senda del invierno. Las Acacias, las Lilas del Sur desnudas, se contorsionaban impúdicas, rondando a los Plátanos de Sombra, a las Encinas que lucían esplendorosas sus ropajes. Unas voces rasgaron el silencio: “Grumete,  todo a estribor; pulso firme, que arrecia el temporal. Capitán,  allí, se aproxima un dragón. Tranquilo principiante, es la sombra de un eucalipto zarandeado por Eolo; todo a babor. Escuche señor, cantos de sirena... No se apresure marinero, es la brisa que tintina a lavanda y romero; serenidad novicio, no me sea bisoño, atienda los consejos de un lobo de mar: arriar foque, maniobre siguiendo la línea del malecón… Comandante, el viento, ese tronco de Arce contra la arboladura, se quiebra el mástil -en ese instante un unicornio alado surcó el cielo-.  Estamos salvados….”
-    Pablo, no grites, marchamos. Deja de jugar con el barquito de papel-. El muchacho seguía absorto, imaginando, ideando, fantaseando.
-    Mamá, ¿has visto el unicornio?
-    Claro hijo, pero es un secreto.

©  Xavier Blanco 2011.



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viernes, 29 de julio de 2011

114 Los Jardines del Edén.

Hoy os escribo desde el más allá. Yo no creía en esas cosas, pero un día percibes una luz cegadora, un viaje infinito y, como si fueras un relámpago, tu alma, tu esencia, tu espíritu, te transportan, reencarnándote en cualquier cosa, en cualquier lugar. Anteriormente fui ser humano, ahora soy etéreo, incorpóreo, sólo viento. Sí, algunas veces los sueños se cumplen: yo siempre imaginé ser soplo, y revolotear como nube de insectos irritando a una encina; ser espiración y agasajar la fragilidad de una rosa, polinizar, mimar pétalos y pistilos. Ser Céfiro, zarandear tamarindos, eclipsando el sol de primavera, tal vez  brisa marina perfumada de lavanda y romero, y juguetear al escondite con la sombra de un eucalipto. Ser  ráfaga, racha, corriente,  para esconderme en el vientre de un arce, eclosionar, convertida en ventisca, vendaval, Caballo de Troya. Diluir el sol de mediodía, licuar el calor del estío, derretir la canícula. Ser huracán, remolino, hálito de luna llena y voltear la hojarasca, disimulando el camino. También ser nada, quietud, mudez, silencio infinito, serenidad, placidez, sosiego. Sí, a veces los sueños se cumplen: ahora sé que existe el Paraíso y que allí hay unos Jardines, pero eso es un secreto.
©  Xavier Blanco 2011.



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jueves, 28 de julio de 2011

113 Jardines con duende.

La gente especula que ser un duende es una suerte, como nacer con estrella; y quien dice un duende, dice un genio, un elfo, un enanito verde. Como si fuera placentero vivir en una seta, morar bajo un manto de hojas, o habitar en la corteza de un roble, y ya no platiquemos de la vida eterna,  de conjuros, de hechizos… Vale, nuestra estrella fue nacer en la Isla de Pedrosa, llamada por nuestros ancestros de la Astilla, cuántos náufragos salvados, cuántos navíos guiaron nuestras luces, pero esos eran otros tiempos. Un día llegaron unos señores con sus máquinas, y nos entró frío y congoja, temiendo que el color se tornaría asfalto, la mudez, ruido, y  el hollín de las chimeneas eclipsaría el azul del cielo. Escondidos, agazapados, nos pertrechamos para la revuelta. Jaraneros observamos cómo nacía un vergel, un oasis, cómo el espacio se disfrazaba de leyenda, poblándose de verde avenencia y azul armonía. Hoy, embriagada por la fragancia de las rosas, el agua mana sigilosa, y la sombra de los tamarindos seduce al ocaso. No puede existir mejor lugar para la magia de un duende; hoy nos visita Campanilla, pero eso es un secreto.

©  Xavier Blanco 2011.


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miércoles, 27 de julio de 2011

112 La Bolsa de los deseos.


El año había transitado hirsuto, la tormenta de la vida seguía arreciando,  y el huracán del destino soplaba esforzado, derribando sueños e ilusiones. Cerramos las maletas con desgana, sin anhelos; sólo Pablo, el pequeño, mantenía la alegría en su semblante, indultado de tanta lamentación. Los días sucedieron cansinos, desencantados, uno detrás de otro, simulando una procesión doliente. La sonrisa de Pablo, sus castillos de arena y sus chapoteos menudos, rasgaban la monotonía, tiñendo de color aquel gris que cercaba todo. Una mañana, cuando las campanas del estío tocaban a regreso, visitamos “Los Jardines Secretos”, sugerente nombre, pensé. En la inmediación, el gris se fue tornando añil, verde, púrpura…, como si el arcoíris hubiera cortado el horizonte, coloreando  nuestras almas. Sin pretenderlo, descubrimos que los árboles tienen nombre: encinas, tamarindos, arces…, que el viento susurra, ronronea, incluso habla. Pablo miraba absorto, olía ensimismado,  escuchaba embelesado. Contagiados de esa quietud, de esa serenidad que nos envolvía,  disimulado, saqué la bolsa de los deseos, y fui distrayendo el aroma de lavanda, el gorjeo de un ave, la sombra de un eucalipto, el matiz de una rosa, el azul del cielo... Con esa despensa franquearemos el invierno, soñando retornar al paraíso.   
©  Xavier Blanco 2011.


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