viernes, 29 de julio de 2011

114 Los Jardines del Edén.

Hoy os escribo desde el más allá. Yo no creía en esas cosas, pero un día percibes una luz cegadora, un viaje infinito y, como si fueras un relámpago, tu alma, tu esencia, tu espíritu, te transportan, reencarnándote en cualquier cosa, en cualquier lugar. Anteriormente fui ser humano, ahora soy etéreo, incorpóreo, sólo viento. Sí, algunas veces los sueños se cumplen: yo siempre imaginé ser soplo, y revolotear como nube de insectos irritando a una encina; ser espiración y agasajar la fragilidad de una rosa, polinizar, mimar pétalos y pistilos. Ser Céfiro, zarandear tamarindos, eclipsando el sol de primavera, tal vez  brisa marina perfumada de lavanda y romero, y juguetear al escondite con la sombra de un eucalipto. Ser  ráfaga, racha, corriente,  para esconderme en el vientre de un arce, eclosionar, convertida en ventisca, vendaval, Caballo de Troya. Diluir el sol de mediodía, licuar el calor del estío, derretir la canícula. Ser huracán, remolino, hálito de luna llena y voltear la hojarasca, disimulando el camino. También ser nada, quietud, mudez, silencio infinito, serenidad, placidez, sosiego. Sí, a veces los sueños se cumplen: ahora sé que existe el Paraíso y que allí hay unos Jardines, pero eso es un secreto.
©  Xavier Blanco 2011.



El concurso tiene un blog: JARDINES SECRETOSAhí podéis leer las bases, ver los textos de los participantes y enviar vuestros relatos. 


4 comentarios:

  1. Xavi, no está mal la idea, ser viento, vendaval...tornado...y volar y volar.
    Suerte en el concurso, te veo lanzado.
    Saludos,

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  2. El tamarindo prendió en tu boca aromas de voluptuosidad y sin duda desde el más allá te brinda el eco de los devenires que a lo largo del camino se pondrán a tus pies, como pétalos de rosas de un jardín encantado.
    Una abraçada Xavier

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  3. Son preciosos todos pero sin duda sigo hipnotizada por el primero.

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  4. Se sintió desnudo y frágíl tras tomar equivocada elección y ser desterrado del paraíso, para encontrarse con un mundo imperfecto, lleno de incertidumbres y una existencia con fecha de caducidad.

    Paseaba entre los jardines de la naturaleza, sintiendo todo su esplendor, el sol apareciendo con su luz por el horizonte, el agua fresca deslizando su cauce entre los campos llenos de coloreada vegetación y la suave brisa que inunda los pulmones con aire de vida.

    Y se dió cuenta que para seguir disfrutando de las maravillas que iba descubriendo, el jardín tendría que cuidarlo, como los enamorados al amor, con todo su cariño y sentir de ese modo su regreso al edén.

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