Se reencontraron. Su relación era una nube de puntos dispersa en un eje de coordenadas imposible. El último día ella encontró la solución, a todos sus problemas: “te quiero, eres un loco fantástico, pero no puedo seguir tus locuras…”. Silencio. Sus vidas, dos líneas asintóticas que no convergían en ningún lugar del plano. Sólo el destino, caprichoso, había permitido alguna intersección. Él mantuvo la tesis que la realidad siempre es compleja, poliédrica, como una igualdad con demasiadas incógnitas; que el amor es una matriz de doble entrada, de ésas que se utilizan para resolver un sistema de ecuaciones simultáneas. Le apuntó que los sentimientos también son abstractos, que pueden sumarse y multiplicarse, que dependen de varios parámetros. Pero el silencio no sabe de números; es un círculo maldito que nunca consigues cuadrar. En ese momento, cuando los decibelios de la mudez son insoportables, te preguntas: ¿por qué la felicidad es una línea tangente a la vida, un trazo oblicuo que siempre te roza pero nunca converge en tu perímetro? También le señaló que él sólo deseaba llenar su espacio geométrico, ser la bisectriz de su corazón, su circunferencia. Ella le acarició la cara y besó sus labios; le susurró que tendía a él, que era su derivada, su número neperiano preferido, su algoritmo. Le formuló que el recuerdo podía llegar a ser infinito, y el olvido sólo era un cero a la izquierda. Antes de marchar se miraron: la ternura y el cariño elevados a la máxima potencia. Hace tiempo que no se ven, él se siente conjunto vacío. Los dos saben que el futuro es la mayor de las incógnitas. Cosas del amor.
© Xavier Blanco 2011.
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Hola Xavi, me ha encantado este texto. Este paralelismo entre las matemáticas y los sentimientos. Nunca los números sonaron tan bien. Felicidades.
ResponderEliminarOs dejo los comentarios aparecidos en "La Esfera"
ResponderEliminar3 comentarios:
Anónimo dijo...
Me ha encantado! Nunca los números fueron tan seductores, nunca tan malvados! M.
08/07/11 08:19
Ana J. dijo...
Muy bueno ese paralelismo entre las matemáticas -que rigen el mundo- y el amor, los sentimientos.
Me ha encantado.
Enhorabuena.
09/07/11 11:48
XAVIER BLANCO dijo...
Sí, las matemáticas y el amor. ¿Quién pudiera cuadrar la ecuación de los sentimientos? Siempre hay demasiadas incógnitas, y nunca dos y dos son cuatro.
Un abrazo Ana.
10/07/11 08:34
Ella atravesaba una delicada situación existencial, comenzaban las muestras de pérdida de juventud, el espejo se hacía enemigo, la báscula pesaba de más y el espíritu parecía cansino.
ResponderEliminarSe dijo “ tengo que reponerme” y empezó a cuidarse más, ejercicios para tonificar músculos, vestir más atrevida, practicar su poder de seducción y hasta reafirmarse en su profesión. Probó tener una aventura, retomar hábitos de soltería, desmelenarse un poco, pero de nada servía la sensación de pérdida seguía dentro.
Recordó que el amor no tiene edad ni apariencia, solo es verdadera sensación si es compartido, el tiempo aunque acumule desgastes, también esparce contenido.
Es tampoco lo que sabe el amor de si mismo, que a veces no se reconoce.
Qué bueno reencontrarme con esto!
ResponderEliminarYa lo había visto en la Esfera. Muy agradable todo lo que rezuma.
Precioso.
ResponderEliminarY triste a la vez, quizás como la vida misma, como los números complementarios que no se encontrarán nunca, como los que se encuentran y no saben quererse, como los amores que no aprenden a sumar...
Un abrazo!
Juan L
Sigo paseando por tu blog, encontrando emociones, pensamientos, noticias, que no me dejan indiferente.Por eso he decidido quedarme por aquí, saboreando tus letras.
ResponderEliminarEste texto me parece ¡¡¡EXCELENTE!!.Los entresijos del amor plasmados en términos y conceptos matemáticos; lógica y corazón en una original relación.
Es la primera vez que el amor me parece matemático.
Saludos
Gracias Sinrima, por transitar por estos senderos, y gracias por los comentarios. A mi también me gusta mucho este texto, es de mis preferidos. Cabeza y corazón, en el amor 1 y 1 casi nunca son dos. Un abrazo.
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