martes, 5 de julio de 2011

98 Y yo con estos pelos...


Dibujo de Daniel Pintado Pérez.


Ahí estaba yo sentado en la peluquería. Vamos, en el barbero, en el salón de belleza, en el estilista. En la espera me habían ofrecido un café, como siempre, y que tomé raudo y veloz, cómo siempre. Ingerido el brebaje, se me nubló la vista, perdí la noción del tiempo y del espacio. La misma sensación que si hubiera engullido un camión de setas alucinógenas.Me sentí Alicia en El País de las Maravillas.


Me vi reflejado en el espejo, convertido en Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de serpiente, guardián del infierno. Mi peluquero era un mutante deforme, sus dedos diez tijeras. Me froté los ojos, me rasgué las vestiduras, y con la vista nublada, mientras una densa bruma poblaba el recinto, asustado, preso del pánico, observé como mis tres cabezas se fusionaban en una sola, convirtiéndome en un ser infame, peludo y airado. Mi peluquero era ahora una sombra maravillosa, una bella damisela, que acariciaba dulcemente mis cabellos. Vamos, como la Bella y la Bestia.  Los aprendices convertidos en sapos gigantes se carcajeaban. El sonido de sus risas ahogaba mi pánico. Paren el mundo que yo me bajo.  Me sentí Gulliver en El País de los Gigantes.

Lloré como un bebé recién nacido. Las lágrimas que caían de mis ojos empezaron a convertir la peluquería en un río angosto, en un mar de dudas. Del río empezaron a salir unas trenzas doradas, unas rastas gigantes, que iniciaron su ascensión como una boa constrictor, enroscándose por todo mi cuerpo. Los sapos se reían, mientras yo me asfixiaba. Era el final, y yo con estos pelos.

Me quede inmóvil, paralizado. Mientras el color de mi cara pasaba del carmín al morado, mientras soñaba la peor de mis muertes, la alarma del móvil me despertó. Miré la pantalla, tenía hora en la peluquería. Llevo tres años luciendo mi largo pelo por esos mundos de Dios. 36  meses después he vuelto a la peluquería: no bebo café, sólo agua, y me la he traído de casa. Estoy aquí sentado, puedo sentir el olor de mis lágrimas. No me veo reflejado en le espejo. Los aprendices han cambiado, pero tiene cara de sapo. Empiezo a entender la marca que tengo en el cuello. Cuando se despiste el peluquero me escapo, me voy a mi casa.

©  Xavier Blanco 2011.


Dedicado a Peluqueros Macias.


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1 comentario:

  1. Ha sido una sorpresa descubrir que uno de mis dibujos pueda servir de ilustración a uno de tus "Microrrelatos".

    Un saludo

    Pier Nodoy Una

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