Gracias a las últimas revelaciones de WikiLeaks sobre Catalunya, ya puedo dormir tranquilo. Ya no tengo que preocuparme por ese tipo raro que deambula por el barrio. Ni por esa señora malcarada, y de mirada desafiante, con la que cada mañana me cruzo en el metro. Ahora lo tengo claro: son agentes de esa macroagencia de espías que EEUU ha montado en Barcelona para librarnos del terrorismo islámico. Pero como pasa siempre, la felicidad nunca es completa y ahora estoy lleno de desconfianzas y temores. ¿Y mi quiosquera, la que me fía revistas y diarios? ¿Y mi frutero, que sin queja alguna me deja escoger frutas y verduras? ¿Serán también agentes de la CIA?... No hay duda: tengo que afeitarme esta perilla.
El mundo está librando una batalla: el poder económico y político contra los ciudadanos. Una guerra donde las armas de destrucción masiva han sido sustituidas por PC, ipad y teléfonos móviles. Lo que realmente está en juego es quién controla la información en la red, y hoy la red es lo único que puede hacer frente al poder: la garantía de nuestra libertad está en la imposición de límites al ejercicio del poder.La guerra sucia ha comenzado. Y los mismos que consideran las presiones a jueces y fiscales, las amenazas a bancos y empresas..., como simples comadreos de portera, califican la difusión de los documentos como “actos deplorables”. La democracia y la libertad son temidas por los guardianes del orden: Visa, Mastercard, Amazon, Paypal, y otras hermanitas de la caridad, son aliadas de este silencio responsable –hoy por ti, mañana por mí- . El derecho a saber de los ciudadanos, y el deber de los gobiernos a rendir cuentas, son intrínsecos al sistema democrático y, en este sentido, la transparencia es el mejor antídoto al abuso del poder.
La democracia es un sistema excepcional, demasiado reciente y demasiado frágil, que debemos cuidar, y la libertad es indisociable a la democracia, pero la LIBERTAD, en mayúsculas, no puede protegerse con censura: el mundo necesita a WikiLeaks.
Cómo decía hace unos días el escritor norteamericano John Perry Barlow: “La primera infoguerra seria ha comenzado. El campo de batalla es WikiLeaks. Las tropas sois vosotros” Y al final como todas las guerras, o la ganan unos pocos o la ganamos todos: Yes we can.
El mundo está librando una batalla: el poder económico y político contra los ciudadanos. Una guerra donde las armas de destrucción masiva han sido sustituidas por PC, ipad y teléfonos móviles. Lo que realmente está en juego es quién controla la información en la red, y hoy la red es lo único que puede hacer frente al poder: la garantía de nuestra libertad está en la imposición de límites al ejercicio del poder.La guerra sucia ha comenzado. Y los mismos que consideran las presiones a jueces y fiscales, las amenazas a bancos y empresas..., como simples comadreos de portera, califican la difusión de los documentos como “actos deplorables”. La democracia y la libertad son temidas por los guardianes del orden: Visa, Mastercard, Amazon, Paypal, y otras hermanitas de la caridad, son aliadas de este silencio responsable –hoy por ti, mañana por mí- . El derecho a saber de los ciudadanos, y el deber de los gobiernos a rendir cuentas, son intrínsecos al sistema democrático y, en este sentido, la transparencia es el mejor antídoto al abuso del poder.
La democracia es un sistema excepcional, demasiado reciente y demasiado frágil, que debemos cuidar, y la libertad es indisociable a la democracia, pero la LIBERTAD, en mayúsculas, no puede protegerse con censura: el mundo necesita a WikiLeaks.
Cómo decía hace unos días el escritor norteamericano John Perry Barlow: “La primera infoguerra seria ha comenzado. El campo de batalla es WikiLeaks. Las tropas sois vosotros” Y al final como todas las guerras, o la ganan unos pocos o la ganamos todos: Yes we can.
Canta: Manu Chao. Canción: Mentira. Dedicado al cuerpo diplomático de EEUU, y a su corte de admiradores. |
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