A las gentes del Japón.
Nieva en Fukushima. Distingo dos niños en un montículo. Inmóviles, sentados en unos riscos. La vista perdida en el horizonte. Afligidos. La nieve envuelve el espacio infinito que perciben sus ojos. Bajo el blanco áureo, sólo desolación, la vida sepultada. No hay existencia, sólo ilusiones que gimen bajo los escombros. La mano de una muñeca, pidiendo auxilio, que asoma. Tienen frío, el que produce la devastación, el que te cala hasta los huesos. El corazón gélido que ya no late, que ya no siente, que ya no duele, inerte. A lo lejos, avecinándose, una humareda negra que asciende estrafalaria, dibujando un tenebroso baile de guadañas. Las campanas que doblan a muerto. Ataúdes alineados, equidistantes, llenos de sueños carcomidos. No poseen nada, sólo lágrimas. Surge un anciano, acaba de sepultar a sus hijos. Solloza ante el peor de los engaños. Niños huérfanos. La nieve albina que muda de aires: llueve. Un relámpago de sol que brota, el arcoíris que rasga la lejanía. La mano del hombre agasaja la dermis de los críos. Se miran, ríen. Risas que son semillas de esperanza. Acecha la sombra del miedo. Oscurece. Mañana será otro día.
© Xavier Blanco 2011.
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52 Lloro por ellos.
Lo leo y siento el frío que me invade. Terrible.
ResponderEliminarMe ha gustado
La primavera japonesa se viste de luto.
ResponderEliminarContinúa la alarma nuclear y lo que trasmiten los medios es una falta de acierto sobre las medidas a tomar para la solución de la catástrofe.
Se amplían los anillos de seguridad para la población cada vez más afectada, el mar y los productos de la tierra muestran contaminación radiactiva, empiezan a aparecer humanos afectados.
Queda patente la nula eficacia de los planes de seguridad contemplados , la dejadez de la comunidad internacional en aportar criterios de actuación y protesta, como si solo fuera un problema local , lejos de podernos llegar sus nocivos efectos.
Da la sensación que la hipocresía social, como en otras ocasiones mira para el otro lado, en la inútil posición de espectador distraído en una ficción de película.
Parecemos niños ingenuos jugando con fuego .
Primera visita a tu blog. Me ha gustado. Prometo volver.
ResponderEliminarSaludos