"Hay que simplificar todo lo posible, ni un milímetro mas"
Albert Einstein.
Ayer el mundo vomitó, con rabia, con ira y, en su último bufido, escupió una ola gigantesca que ha dejado a su paso un vertedero inmenso de destrucción y muerte. Donde había jardines ahora ha acampado el Pacífico. Cuando el planeta brama y, nos ataca sin declaración previa de guerra, el hombre se estremece, tiembla, empequeñece y sólo le queda llorar tendido en la lona, noqueado. El ser humano, vanidoso, pretencioso, omnipresente, omnipotente, que se come el mundo, cuando
Podemos conquistar la luna, enviar naves al cosmos, creer que dominamos el tiempo y también el espacio. Nos podemos enorgullecer de nuestra ciencia, de nuestro progreso, de nuestro conocimiento. Crear engendros diabólicos, máquinas de matar infinitas, siempre más altos, siempre más fuertes. Pero ¿para qué nos vale todo esto? Ahora la tecnología nos permite ver la muerte en directo. ¡Qué gran avance!.
Mientras esto ocurre, la tiranía campa a sus anchas por nuestros dominios; la injusticia es plato de todos los días. La diferencia entre los que más tienen y los que no tienen nada son estratosféricas, hiperbólicas, vergonzantes. La mitad del planeta está presa por la guerra y por el hambre. Nada, no somos nada.Las bolsas han reaccionado al desastre, con acusados descensos, la muerte cotiza a la baja.
Cuesta sentirse parte de esta especie. Estamos más cerca de los diplodocos que del hombre del Renacimiento. Las cosas pasan y aquí seguimos nosotros, en este camino maldito por el que transitamos. Presos de nuestro bienestar, obligados a opositar eternamente a esa falsa felicidad que nos proporciona el consumo perpetuo, en un derroche permanente que acrecienta las diferencias y ahonda las fracturas. Hoy todo es superficial, breve, efímero, sólo humo. Demasiadas años pintando el tejado, sin darnos cuenta que ya se han podrido los cimientos. Demasiados gritos y muy poca reflexión. Cualquier día abres la ventana y una lengua de fuego fulmina tu destino, toda una vida desaparecida en minuto y medio.
El sistema es malo, muy malo, y además ha fracasado estrepitosamente. El binomio producir-consumir hace tiempo que no sirve. Al desastre medioambiental debemos unir el desastre ético: la riqueza de unos pocos frente a la desesperación de la mayoría. Quedan pocos caminos: rebeldía o resignación. El tiempo se agota, seguimos en la lona.
© Xavier Blanco 2011.
© Xavier Blanco 2011.
Tenemos que respetar esta nuestra única tierra, no por nosotros sino por los que vendrán. Tanto aprovecharnos de ella, agujereándola, exprimiéndola, gastándola, sin darnos cuenta que esta no puede ser efímera.
ResponderEliminarMañana 15 de Marzo, apagada general entre las 22:00 y las 22:05, si es en contra de la subida de la luz, pero también libraremos a esta nuestra tierra de unos cuantos Kilos de CO2.
Salud.
En un día como hoy, uno puede pararse a contemplar los acontecimientos y darse cuenta de lo expuesto y poco preparados que estamos, pareciera que todo ha entrado en crísis y, naturaleza, política, economía, religión y hasta la ética , no encontraran respuestas a los desafíos actuales.
ResponderEliminarEn un día como hoy uno puede reconocer su grado de implicación y comprometerse más con la vida, variar comportamientos que permitan alterar situaciones, transformando la realidad hacia ese mejor futuro para todos.