La niña con pelo crespo y rictus celeste, sentada en el escaño, a la resolana. Los rayos del sol que susurran
tenues, tímidos, reflejan su pequeño cuerpo en la pared encalada, limpia,
impoluta.
La abuela ciega, cercada por la
espesura, inmóvil, presa por la zangarriana, mirando la vida con inquina, con
pereza, desganada.
La madre, que entra y sale, que
sube y baja, extendiendo sábanas blancas que azota la brisa, sólo taciturnas
mortajas, testigos de noches sombrías que
almidonan quimeras.
Sábanas que son velas de bajeles
que nunca zarparon, varados en mareas que en ningún tiempo mejor subieron.
Mareas sin lunas, astros sin noches sollozando en la lejanía. Noches que devienen
mañanas de días perennemente repetidos. Los arpegios del viento que susurran una
salmodia dolorida, mil veces danzada. Danza la vida caprichosa, trepando
cucañas camino del cielo. Planean azadas, yugos y aguijadas por el limbo
infinito, abatidos, huérfanos de tierras. Simientes que vuelan buscando otros
parajes donde dar frutos. Parajes que son colmenas, quizás enjambres de sueños que no florecen en primavera, yermos,
sin semillas. Primaveras que sobrevienen fríos inviernos, colmados de corazones
gélidos que derrocan ilusiones. Lágrimas que ya no duelen, corriendo por
acequias perpetuas. Ilusiones captadas por añejos daguerrotipos, expresiones pintados de color ámbar.
La muerte que no avisa,
traidora, fementida. La niña sin padre. Tres damas,
encadenadas, retenidas, ataviadas de negro azabache, pergeñando el porvenir,
camino del camposanto.
© Xavier Blanco 2012.
Xavier qué bien relatas una desoladora estampa, de mujeres solas, de soledad gastadas, encadenadas como dices a una vida de hastío.
ResponderEliminarUn beso desde mi mar,
Muy buen relato, me gustó… seguiré viendo el blog. Saludos desde el sitio minijuegos
ResponderEliminar¡Qué mala hora esa que llega y te deja descalza en un páramo de espinas!. Tienes tantísima prosa en cada frase que para crear las imágenes que nos regalas, he de ir lenta, y pausada, y a veces temo haberme dejado algún adjetivo en la cola, o algún verbo que se me escurre entre los susurros de tu desgarradora estampa.
ResponderEliminarFelicidades Xabier ;) ¡a mí me encanta esta prosa!, aunque creo que es para beberla a pequeños sorbitos, como el buen vino.
un abrazo.
Es increíble como eres capaz de describir todo lo que no ves pero percibes en la foto. Destaco ese lenguaje tan rico que caracteriza tus relatos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me he quedado boquiabierta. Maravilloso.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Un retablo barroco cincelado con minuciosidad por un ebanista al que le gustan las estampas tristes.
ResponderEliminarBesos
Bella prosa poética.
ResponderEliminarComo dice Susana es una bella estampa triste.
ResponderEliminarMicro en tres partes. La primera y la última son realmente la historia. La parte de en medio es un grito a la desolación, la desesperanza y la tristeza. Son los sentimientos detrás de la foto, lo que no se ve pero se siente, lo que dicen las miradas y nunca dicen los labios. Me ha gustado mucho la descripción de las tres mujeres, tres generaciones condenadas. Me quedo con muchas palabras: resolana, zangarriana, almidonan quimeras, bajeles, daguerrotipos, camposanto.
Siempre me quedo sin palabras, todas las tienes tú. Un abrazo.
Me ha encantado la visita a este espacio suyo y leer cuanto comparte en él. Le felicito.
ResponderEliminarUn saludo.
Poco que añadir a lo dicho por Mar Horno, como ella me quedo sin palabras, ya las gasta tú y de una manera exquisita.
ResponderEliminarBesitos
El calor que se siente al recibir el sol de primera hora de la mañana frente a una pared encalada... que bien describes esas mañanas de frío buscando el calor del día....además del reflejo de imágenes
ResponderEliminarFelicidades de nuevo Javier
Antonio
Ma ha recordado al mito de las tres parcas romanas. Un lenguaje tallado con esmero plateresco.
ResponderEliminarOtro relato en el que te consolidad como un escritor multidisciplinar. Aunque es muy triste, narrar poéticamente el sentir de las mujeres. A mi me recuerda a las mujeres que la guerra dejó varadas. Un gran homenaje, artesano del lenguaje y del sentir.
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