Este texto responde a una propuesta que podéis encontrar en el Blog de Rosana Alonso. Aquí tenéis toda la información.
La vida no es un cuento.
- Hola Caperucita. ¿Cómo va la vida?
- No me puedo quejar. Encontré un empleo en la residencia de ancianos.
Me encargo de la cocina y de las tareas auxiliares de limpieza. El salario no
llega a 600 euros al mes, pero me dan la comida y, lo más importante, me
hacen un precio especial por la abuela. Ya sabes, la pobre nunca se recuperó
del susto: el lobo, los cazadores y luego el Alzheimer, allí está bien
atendida.
– ¿Qué sabes del lobo?
- Poca cosa. Se cambió de móvil y le perdí el rastro… Llegó
la crisis, la empresa concentró la fabricación y deslocalizaron el cuento.
La última vez que hablé con él trabajaba a turnos, pero ahora sólo se dedican a
hombres lobo, vampiros… violencia y sangre, mucha sangre. Ya no interesa la
historia de una niña rubia, vestida con una capucha roja, que lleva la merienda
a su abuelita. Esa historia no vende. A esas multinacionales sólo les interesa el dinero y el dinero
no sabe de sentimientos, ni siquiera sabe de personas. Son tiempos grises, huérfanos de sueños. A ti, no
te veo en tu mejor momento.
–Si yo te contara: marchó el lobo y nos quedamos sin cuento. Mis dos
hermanos emigraron, y hace meses que no sé nada de ellos. Yo empecé en la
construcción hasta que explotó la burbuja inmobiliaria y todo se desmoronó. Ahora subsisto gracias al desempleo
y a cuatro chapuzas que me salen. No dejo de enviar currículums, ir a
entrevistas, pero… no es fácil contratar a un “cerdito”, si te enteras de algo,
llámame.
– Qué mundo éste, es para indignarse. Hablan de eficiencia, de productividad,
de recortes, cuando en realidad sólo hablan de DINERO. Eso es lo único que les
importa. Que vaya bien cerdito.
- Adiós Caperucita. Ahora todo es diferente, hace tiempo que la vida dejó de ser un
cuento.
© Xavier Blanco 2012.
No puedo estar más que de acuerdo con todo lo que has escrito, y no porque lo haya escrito uno unas cuantas veces en este tiempo de víboras y tiburones.
ResponderEliminarLa forma de presentarlo me parece, sencillamente, brillante.
Mi cordial enhorabuena
He visto al cerdito emigrando a Alemania, donde las salchichas.
ResponderEliminarUn beso, Luisa
Bonita forma de ver la crisis Xavier, por lo menos es entretenida. Me gustaría saber si los enanitos aún están en la mina.
ResponderEliminarBesos!
Quejica
Magnífica versión del cuento, dura y dolorosa por lo que trata.
ResponderEliminarIndignado, también
Un saludo indio
Mitakuye Oyasin
Los cuentos se van modernizando. Pero el problema no es ese: si seguimos así volveremos a esos cuentos antiguos: Blancanieves limpiando la casa de los siete enanitos mientras ellos no están, sin retribución alguna; las jóvenes del reino soñando con casarse con un príncipe, ya que esa parece que es la única forma de prosperar... en fin. Nuestro sistema de bienestar se desploma...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu cuento.
Besos.
Por Billy Wilder, Xavier, este cuento que sospecho que has cocido en apenas un recreo te ha salido para ilustrar. Qué bien resumes la situación de fantasía que teníamos y cómo los lobos están comiéndose nuestros sueños.
ResponderEliminarSi sabremos de malos tiempos los latinoamericanos...
ResponderEliminarMi enhorabuena por tu excelente contribución, Xavier. Y un gran abrazo a todos tus compatriotas. Perdón, no a todos, a todos los que se ganan la vida trabajando.
Ay Xabier, cuanta razón tienes. La vida dejó de ser un cuento. Yo me siento como si hubiera perdido la inocencia por segunda vez. No he podido escribir nada para esta convocatoria. Estoy viviendo un micro en carne propia.
ResponderEliminarEl texto es magnífico, enhorabuena.
Gracias Xavier, es que ahora sí que se puede decir eso de : ¡Coño cómo ha cambiado el cuento...!
ResponderEliminarAbrazo
PD Ánimo Mar, no sé qué te pasará pero ánimo.
qué bueno, Xavi,...pero no sé si estoy de acuerdo contigo... tal vez no haya habido ningún momento en la vida que haya habido más cuentos que ahora, pero desde luego, los de ahora son cuentos sin imaginación, empeñados en insultar nuestra inteligencia, e interesados en que todas las enseñanzas que guardan sólo son para nuestro bien...
ResponderEliminarExcelente microrrelato, qué forma de criticar nuestra realidad en boca de los personajes que nos vieron crecer, eran otros tiempos, pero como sigamos así... Estoy de acuerdo con Sara, los viejos cuentos serán de acturalidad.
ResponderEliminarSaludos y felicitaciones por tu micro,
Xavier, gracioso tu micro indignado. Coincido que es una época gris la que nos toca vivir, pero no dejemos que sea negra. Por eso me gusta este sentido del humor que aplicas a este maldita crisis.
ResponderEliminarLa culpa no es nuestra y lo estamos pagando como su fuese.
Un abrazo.
Ingenioso microrrelato dialogado entre caperucita y el cerdito, que, bajo mi modesta opinión podrían haberse cruzado en el camino con pulgarcito, que perdió su casita, con el patito feo, que es el que vivió exiliado, y con la casita de la bruja de chocolate, en la que muchos se relamen los labios.... pero entonces sería relato y no micro.
ResponderEliminarCreatividad al poder, Xabier. Muy bueno este diálogo para reflejar unas vivencias alejadas de la fantasía del cuento.
Un fuerte abrazo.
Me gusta lo de "esta historia no vende". Resume casi todo.
ResponderEliminarAbrazos
Reformulando clásicos para adaptarlos a los tiempos que corren.
ResponderEliminar¡Que maestro, Don Xavier!.
Un abrazo,
Magnífica manera de decir que el cuento se acabó. Bueno no, para unos pocos el cuento sigue a costa de robar el futuro de muchos. Muy buen micro indignado, Xavier.
ResponderEliminarBesitos
Por lo visto a un lado y a otro del mundo el poder adopta gestos parecidos; sacudir a sus víctimas entre las burbujas y los añicos,
ResponderEliminarInteresante reescritura.
Abrazos indignados.
Para cuento, del género de terror, las amenazas constantes al futuro prometedor, donde los depredadores se han hecho dueños de todo el bosque y caperucita tiene mayor temor,al desempleo, la hipoteca y la pérdida de los sueños.
ResponderEliminarMagnífico desde el principio al fin, excelente el mensaje asociado a un cuento popular que todos conocemos. Enhorabuena.
ResponderEliminarA esas multinacionales sólo les interesa el dinero y el dinero no sabe de sentimientos, ni siquiera sabe de personas. Son tiempos grises, huérfanos de sueños.
ResponderEliminarEsta frase resume mucho mi lugar de trabajo.
Me ha gustado mucho esta renovación del cuento.
Un abrazo grande
Otro buen relato sumado a la iniciativa indignada.
ResponderEliminarLa verdad es que mi paseo por los blogs este domingo me está dejando un regusto amargo, sobre todo por que todas estas historias tocan (cada uno desde su enfoque personal) un tema candente que nos merendamos idiotizados sin atrevernos a reaccionar, cómo si pensáramos que mañana despertaremos y todo volverá a ser como antes. Cómo antes de que el sistema se viniera abajo.
Un saludo, Xavier, gracias por este cuento que yo titularía, con tu permiso por supuesto: Caperucita gris
Gracias por participar en esta iniciativa.
ResponderEliminarUna fábula muy acertada. Estamos despertando del cuento en el que hemos estado viviendo y lo malo es que lo hemos cambiado por una pesadilla.
Te esperamos el 5 de abril en la segunda jornada.
Nos vemos en la alambrada.
Y digo yo, a los principes de los cuentos cómo les estará yendo? Se habrán tenido que poner a trabajar? Ah, no, que no hay trabajo... O sea, que estarán igual, no?. Para ellos el cuento no cambia nunca.
ResponderEliminarAbrazos, Xavier.