Lo juro. La he visto esta mañana, no tengo ninguna duda. Viajábamos juntos en el mismo vagón de tren. La sentí cerca. No la he perdido de vista. No ha reparado en mi presencia. Esos ojos, esa mirada. Era ella. Descendí del vagón en la primera parada. Curioseó mi miedo. Se reía. Han pasado seis horas y todavía tengo el pánico en el cuerpo. Sigo deambulando por el andén. No se dónde estoy. Quieto, parado, en ninguna parte. La diferencia entre la suerte y la muerte es sólo una letra. Os lo prometo. Era ella.
© Xavier Blanco 2011.
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Xavi,
ResponderEliminarEntre la gente que te encuentras en el tren, y los zombis que te aparecen en el metro, yo me lo pensaría.
Saludos.
Era ella, que también deambulaba alegre entre andenes llenos de gentes iniciando el día como peregrinos, en la búsqueda de comunes sensaciones, que justificaran el esfuerzo de seguir existiendo.
ResponderEliminarElla tan llena de vida.
Ella, tan llena de vida y de muerte, tan ella y tan otra, porque todo cambia, nada permanece. M
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