Otra semana mas, la mirada de Miriam Giménez irrumpe en estas páginas. Hoy sigilosa, silenciosa, reservada, sin ruido, sin nada que nos distraiga, que nos permita la evasión, el subterfugio, la escapatoria. La realidad es así, como la vemos, como la percibimos, como la sentimos, aunque algunos dicen que todo depende del color del cristal con el que se mira. Sólo me queda una duda, me gustaría saber que música se escondía detrás de esos cascos que llevaba Miriam, ¿qué melodía acompañaba esta reflexión?...
Llevo los cascos puestos. Diréis: “¡habitual!”, pero para mí no lo es y me permite descubrir una forma nueva de mirar el mundo. En el autobús estoy sentada de cara al resto de pasajeros lo cual me permite mirar y obviar el ruido ambiental. Ruido, en su sentido más amplio, según la RAE: “Apariencia grande en las cosas que no tienen gran importancia.”. Miradlo así: sin sonido, las relaciones, las personas, se reducen a lo más básico, -básico en su sentido también más amplio y menos peyorativo, de nuevo según la RAE: “Perteneciente o relativo a la base o bases sobre que se sustenta algo, fundamental”-, es decir, solo permanece lo importante, lo que no es supletorio ni artificial. Cuanta saliva gastamos en mostrar lo que no somos…
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Tan desagradable es el derroche de palabras como el escatimarlas; me desagrada que en las relaciones personales se imponga ese estilo tan abreviado, como si de un "microrrelato" se tratara.
ResponderEliminarAmo las palabras de largo recorrido.
Saludos.