Conducía por un camino secundario, observé la
señal: “Peligro, animales sueltos”, de pronto una bandada de unicornios alados
surcó el cielo.
NOTA: Algunas veces el reflejo del sol engaña, nos deslumbra, y la carretera se convierte en un espejo, en un sueño onírico, en un espejismo. Puede que fuera eso, pero los había de todos los colores y pelajes: dorados, púrpuras, carmesíes, escarlatas. Pasaron como una ráfaga, como un relámpago, como una bala camino del horizonte.
NOTA: Algunas veces el reflejo del sol engaña, nos deslumbra, y la carretera se convierte en un espejo, en un sueño onírico, en un espejismo. Puede que fuera eso, pero los había de todos los colores y pelajes: dorados, púrpuras, carmesíes, escarlatas. Pasaron como una ráfaga, como un relámpago, como una bala camino del horizonte.
Me encanta.
ResponderEliminarGracias Montse.
ResponderEliminarte gusta porque escribes, y los aprendices de palabras, como decía Jorge Luis Borges tenemos la suerte de tener dos mundos, el real y elq ue inventamos.
Un abrazo.
Hola Xavier, mi adversario de las microjustas. También me encanta tu relato. Cuánta razón tienen las palabras de Borges, qué sería de nosotros sin la existencia de ese mundo que inventamos! La blogósfera nos permite compartir estos mundos, y ahí vamos saltando de uno a otro. Aquí llegué y por aquí rondaré. Quisiera ver bandadas de unicornio en el firmamento.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Ana, tu visita ya es suficiente premio. Gracias por pasar por aquí, y por quedarte. Respira hondo, cierra los ojos, verás unicornios que sombren la luna llena, bandadas infinitas de unicornios alados. Cierra los ojos, están ahí, en ese mundo de sueños, de realidades paralelas, en ese mundo que crean las palabras. Suerte
ResponderEliminarXavier, cada vez que vea esa señal recordaré los recordaré.
ResponderEliminarBesitos