domingo, 16 de octubre de 2011

190 Billete de ida.


A veces la vida es un camino que nos lleva a ninguna parte...

Pronto aprendió que la vida era un camino perpetuo que se bifurca de forma caprichosa. Había que tomar decisiones. Se lió la manta a la cabeza y, un mal día, inició su viaje de ida hacia ninguna parte. Al final llegó a su destino, y allí nació su hija. Imaginar la entristece, se le disipaban los recuerdos. Podía visionar cómo su abuela tejía con su cabello diminutas trenzas. Resonaba en su memoria el sol inmenso de las mañanas, los atardeceres policromos, las noches claras de primavera.

Hoy es domingo, de los de verdad, libra uno de cada cuatro, deambula, pasea con su retoño del brazo por los parques y avenidas de esta gran ciudad. Existir es un desafío. La urbe la oprime, la maltrata, la empequeñece, enmudece su alegría, ahoga su silencio. No se ha acostumbrado a vivir sin cielo. Le falta el aire, añora el aullido del viento, el crepitar de la madera presa por el fuego. Mientras camina, entre el retumbo de los cláxones y el humear de los vehículos, sueña con su vida pasada. Fantasea con su niñez no vivida, con los árboles que crecían en su país, con el cielo inmenso y azul, lleno de estrellas, con el que cubría sus noches. Imagina el trinar de los pájaros, el aroma de la hierba que ascendía bajo sus pies. Divaga sobre el color de la lluvia, sobre el olor del firmamento. Sentada en el banco, su vista se pierde en la nada, y cuando el sol se derrumba fantasea con la luna que se mece en el horizonte, y sueña los sueños que nunca vivirá. Se siente sola, vacía, despoblada. Mira a su hija, le caen lágrimas, que surcan sus mejillas.

Han pasado los años, pero todavía le cuesta dormir. Algunas noches los sueños se convierten en pesadillas: en gritos que ahogan su cuello, en la sombra de la muerte que acecha tras el batir de las olas, en el agua salada que abrasa su piel, en el miedo al miedo. Revive los días a la deriva, al albor del viento, la noche infinita, los amaneceres fríos e inciertos. Se estremece al recordar aquella maldita patera que naufragó en las costas del primer mundo, donde ella se siente la última, sólo basura. De nada sirve lamentarse, sabe que no es cuestión de tiempo. Ya no recuerda cuando perdió las ilusiones. Al borde del precipicio vagabundea la voz de su madre que le susurra historias, siente sus besos y esa es su única dosis de esperanza. Abraza a su niña, que nunca conocerá a su padre ni a su abuela. Llora, le abate la niebla. Hace tiempo que sabe que no hay billete de vuelta.


©  Xavier Blanco 2011.

19 comentarios:

  1. Xavier, magnifico retrato de la emigración y de lo mal repartido que está el mundo. No es posible que en partes del planeta se derroche y en otros se tengan que marchar para sobrevivir. Ahora aquí muchos se van o nos iremos para trabajar, y puede que seamos protagonistas de una historia como ésta.
    Muy bien narrada y dibujada.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Lamentablemente, hay muchas madres padeciendo igual horror sin haber ido a ninguna parte.
    la tragedia del hambre, miedo, familias rotas, desempleo, hoy nos iguala.

    Gran texto

    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  3. Yo tengo la inmigración impresa en el código genético, Xavier, (abuelos, padres, tíos y emigrante yo mismo) y puedo decirte que me has rascado el barniz con el que solemos protegernos de la morriña.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Nicolás, Patricia, Pedro.
    Hace algunos meses que escribí este texto, y me gusta especialmente. El mundo que nos ha tocado vivir es tremendamente injusto, desigual...y la desesperación de muchos es la riqueza de unos pocos. Desgraciadamente, como dice Patricia, "Existen otros mundos, pero están en este".
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. todos somos emigrantes en cierto grado
    nunca conoceremos a los nuestros en el fondo, y las oportunidades van en una transportadora que nunca frena

    excelente narración Xavi
    FELICITACIONES

    besitos y feliz inicio de semana

    ResponderEliminar
  6. Qué tristeza, qué desesperanza. Todos somos emigrantes cuando nos sentimos desarraigados, lejos de donde fuimos felices. Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. Tú lo has dicho muy bien: la desesperación de muchos es la riqueza de unos pocos. Este micro consigue recordarlo.

    Besitos

    ResponderEliminar
  8. El que más me gusta de todo lo que he leído tuyo. Duele. Remueve.

    ResponderEliminar
  9. Trístisimo y real como la vida misma.

    Abrazos solidarios.

    ResponderEliminar
  10. Venga, literatura comprometida, como debe ser. Has narrado muy bien las dos pateras, la de agua y la de asfalto.

    ResponderEliminar
  11. Elisa, gracias por el comentario, y por las felicitaciones. Tienes razón, todos somos emigrantes...
    Mar, triste abandonar tu cuna, persiguiendo un futuro mejor...ilusiones, sueños que acaban convirtiéndose en una pesadilla.
    Elysa, triste mundo este, que basa su equilibrio en el desequilibrio infinito entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada.
    Montse, gracias por el comentario. No se como entenderlo, me lo llevo en positivo. Duele la vida, la injusticia, duele mucho...
    Lola, gracias por pasar por aquí. La vida debe ser peor todavía. ¿Es posible imaginarse la tristeza, el desamparo...? Creo que no.
    Ximens, utilicemos todas las armas a nuestro alcance, las palabras es una de las mas potentes. Me gusta escribir, por el gusto de hacerlo, pero nunca renunciaré a decir que este mundo no me gusta.
    Un abrazo a todos,

    ResponderEliminar
  12. Un triste y crudo retrato de una realidad que solemos ver desde otra perspectiva muy distinta, olvidando el desamparo y el desarraigo que viven los que tienen que abandonar a su gente y a su tierra.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  13. Una gallega como yo entiende perfectamente este relato. Qué triste...

    ResponderEliminar
  14. Conmovedor, Xavier. Es necesario que en cualquier medio se nos recuerde esta tragedia y estemos obligados a mirarla a la cara.
    Emigrar no es un capricho es una necesidad vital y, sin embargo, qué poca empatía por parte de la mayoría de gente que ya ha olvidado de que este fue un país del que emigraron millones de trabajadores.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  15. Esperanza, es una realidad invisible, opaca, y que la crisis ha eclipsado, existe esa desesperación. ese desarraigo..
    Quejica, gracias por volver, Galicia siempre fue tierra de emigrantes.
    Sinrima, me alegra verte por aquí otra vez -¿cómo va tu blog, me muero de ganas por visitarlo?.
    Emigrar es el único camino que le queda a medio mundo, la otra mitad hacemos lo posible por evitarlo. Es difícil mantener esta ecuación, pobreza de unos igual a bienestar de los otros, pocas ecuaciones para demasiadas incógnitas.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  16. Xavier, si algún día me decido por crear mi blog, te lo diré.Sigo indecisa.Hasta ahora voy publicando en Foro de Literatura no porque me satisfaga del todo, sino porque es fácil moverse en él.
    Gracias por tu interés.No creo que ningún blog supere el tuyo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  17. Sinrima, gracias por esos comentarios tan elogiosos. Espero deseoso la noticia.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  18. La vida es camino de ida y vuelta, no siempre al destino deseado, ida hacia nuestros sueños y aspiraciones , vuelta a donde la marea nos arrastre.

    Seguro que existe nuestro lugar en el mundo, pero hay que lograr la brújula que nos lo posicione.

    ResponderEliminar
  19. Gorka, un saludo, gracias por pasar por aquí. Seguro que existe nuestro lugar en el mundo, pero no siempre lo encontramos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Este Blog se alimenta de tus comentarios. Si dices algo, sabré que has pasado y me sentiré acompañado. Gracias a tod@s por leer estas páginas.Este blog forma parte de la ABLACC (Asociación de Blogs Literarios que Aceptan Crítica Constructiva). Así que critica sin piedad, pero comenta tus razones, es la mejor forma de aprender.