lunes, 31 de octubre de 2011

198 Elvis sigue vivo.


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No me preguntéis la fecha exacta; yo tendría ocho o nueve años cuando ocurrió por primera vez. Una motocicleta arrolló a mi perrita. Pensé en ella una y mil veces; la imaginé en el limbo. Sin saber cómo, después de muerta apareció en mi cama, corría por casa, y dormía en el sillón de papá. Sólo la percibía yo. "Poderes sobrenaturales", pensé. "Cosas del demonio", decía la abuela.

- Rafa, que el niño habla solo, dice que hay un perro.
–Tonterías de chaval abuela. 
- Este niño no es normal, se le ve en la mirada. Está poseído por el maligno.

Pasaron unos cuantos años hasta la segunda aparición; era un día gris, de esos tontos en los que nunca pasa nada. Regresaba a casa y  me saludó el espectro de tío Juan. Yo era demasiado pequeño cuando murió, apenas lo conocía, pero en la familia todos sabían que era un loco. Me crucé con él en el andén del metro. Se empezó a reír como un chiflado, no paró de perseguirme por todo el vagón.  Por suerte siempre he sido un "Juan sin miedo", pero esa primera aparición me impresionó. Yo tendría veinte años. La cosa no quedó ahí, eso sólo fue el principio Una madrugada de sábado me di de bruces con el abuelo Jacinto. Me fue fácil reconocerlo, por las viejas fotos color ámbar que corrían por casa. Manco, destrozado, la cara ensangrentada, las vísceras colgando entre los pantalones, había fallecido –una noche de Fin de Año- en un accidente de tráfico: era un zombi cualquiera. Ataviado con un sombrero de fiesta, unas guirnaldas multicolores y lanzando confetis por todo el vagón. Había escuchado a la abuela, mas de una vez, lamentarse apesadumbrada: “Mi Jacinto, en paz descanse,  buen hombre, pero era un fiestero, un bala perdida”. Ni siquiera la muerte había conseguido redimirlo. Nos lo pasamos pipa. Normal, uno siempre añora a su abuelo. 


Todo fue empezar y no parar, siempre en el metro. El subsuelo es el mejor hábitat para las almas del purgatorio, terreno abonado. Sucumbí a ese canto de sirenas, a esos túneles negros, infinitos, que se bifurcan una y otra vez hacia ninguna parte, poblados de cadáveres en rebeldía. Al principio no controlaba esos poderes. Interfectos que aparecían y desaparecían por arte de magia. Todo el álbum familiar desfiló ante mis ojos: mutilados de guerra, pomposas damas decimonónicas, bisabuelos anarquistas, nodrizas pechugonas, indianos que hicieron las Américas, veteranos de la Guerra de Cuba… Esos andenes se convirtieron en una máquina del tiempo imposible, en una verbena permanente.

Conocí mujeres, pero ninguna entendió mi especial sensibilidad, mi afición a los temas del mas allá. Y  lo que empezó como un juego, me acabó cautivando. Dejé el trabajo; lo dejé todo para entregarme, sin contemplaciones, a este vicio de los difuntos. Me paso los días, las semanas, recorriendo andenes y vagones con desesperación, buscando almas perdidas, espíritus taciturnos, penitentes de la vida, cofrades de la expiración, con los que compartir unas risas, un pitillo, unas reflexiones. No puede existir vida mas placentera. Poco a poco empecé a controlar esas apariciones, ampliando así la galería de fantasmas. Mis pretensiones son órdenes divinas. Ya no puedo parar. Los domingos de partido, transito por la estación cercana al Estadio departiendo con viejas glorias del balón. Así fue como conocí a Kubala. Los días de estreno, en la parada de Opera, desfilan ostentosas mezzosopranos y altivos tenores. Nada comparable con las fiestas que acaecen los fines de semana en la estación cercana a la zona de los Teatros, repletas de viejas glorias del” Music Hall”: mujeres de vida disoluta, hampones sin corazón,  trapecistas sin red, saltimbanquis de la vida, domadores de sueños, aprendices de nada…. Todo un elenco de estrellas que nunca lo fueron. Cuántas cosas te enseña la vida…

Perdonad, no me he presentado. Algunos me conocéis: soy ese caballerete taciturno, de pelo ralo, barba canosa y traje gris raído, que arrastra su carrito por la Estación Central. Duermo en la calle esperando que me despierte el alba, soñando la hora de apertura de los andenes, para entregarme sin mesura a esta danza de esqueletos. Así una jornada tras otra. Llevo meses pensando en Elvis, pero nada, no aparece, cosa que confirma que el de Memphis sigue vivo.


© Xavier Blanco 2011.

Este Relato fue presentado al concursos de Relatos de Transportes Municipales de Barcelona, sin éxito. 

17 comentarios:

  1. Xavier, es un cuento ganador. Es magnífico, original, muy bien contando, te atrapa desde el principio, es tierno, divertido y con un final maravilloso con esa mención a Elvis. Enhorabuena chico. Qué bueno eres. Un saludo. Mar Horno.

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  2. Un final excelente, con esa aseveración sobre la existencia de Elvis. Mucha suerte Xavier.

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  3. Pues merecía ganar... en el concurso, porque este cuento es un ganador.
    Gran texto, Xavier, como ya me tenés acostumbrada.

    Un gran abrazo

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  4. Xavier, que trajín de almas errantes, incluida la del protagonista, que aunque vivo no encuentra su sitio. Una apreciación, Pelé -O´Rey - aún vive.
    Me ha gustado este repaso de muertos.
    Un abrazo.

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  5. Contundente relato, muy bien trabajado. Por un momento me trajo reminiscencias de otro difunto contador de cuentos, Cortázar, el maestro de maestros. Vigoroso, con cuerpo y profundidad precisas, me ha encantado. Por poner un pero, este día de espantos, lo de matar a Pelé qué?. De cualquier forma, me lo quedo entero. Excelente trabajo. Abrazos y hasta pronto, espero.

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  6. Gracias a todo por los comentarios.
    Mar, no quería publicar relatos cortos, pero tus comentarios me animan a hacerlo, me siento mas cómodo que en los micros.
    Maite, gracias por pasar. Esa idea me llevó a escribir el relato
    Patricia,gracias por el comentario. Los concursos son así, pero participara ya es todo un experimento (en el relato original la toponimia de lugares y estaciones estaba localizada en Barcelona).
    Nicolás, Isabel...DISCULPAS¡¡¡¡¡ pero el que ha matado a Pelé ha sido el protagonista de la historia, pero ahora mismo lo volvemos a la vida... esto me podría traer graves consecuencias... Gracias a los dos...
    Isabel, hace unos días leía un texto de Cortázar, de los primeros que escribió, y otro ya consagrado -23 años después- ...ese es el camino, sólo me quedan un par de decenios ...

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  7. Muy bueno Xavier. El final es un poquito como tu estilo en los micros, "contundente".

    Esto me ha recordado que me voy a presentar a un concurso llamada "Tanatocuentos", donde tu pequeño relato puede encajar perfectamente, porque el tema ...es la muerte.

    Creo que la fecha tope es 1 diciembre.
    Aún hay tiempo para todos los que deseéis participar. Publicaré una reseña en mi blog cuando recupere las bases que ahora no tengo.

    Besos desde mispalabras.
    Laura.

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  8. Yo me quedo con el último párrafo.
    Respecto a lo del concurso... quizás no es todo lo políticamente correcto que necesitaban los Marketingtillos de turno. Eso de llenar los transportes urbanos de almas en pena... ¿a quien se le ocurre? Pero a mi me parece un opción espléndida.
    Esperamos la reseña de Laura.

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  9. Pues a mí me parece un cuento estupendo. Y el narrador un tipo curioso y por qué no divertido con su afición.

    Me encanta esa aseveración sobre la existencia de Elvis.

    Besitos

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  10. No te había leído nada tan largo. Me ha parecido divertido y ocurrente, sobre todo el final, como ya te han dicho. Para mí es un buen homenaje a estos días de Todos los Santos/ Halloween, entiendo que priva más este tema que el hecho de que ocurra en un tren (aunque no será por eso que no fuera seleccionado; es un mundillo lleno de condiciones de todo tipo...).
    Feliz castañada y un abrazo.

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  11. Un relato muy entretenido. Y con un final que sorprende, no lo del Elvis, que también, sino lo de que lo esté explicando cuando ya está en la situación a la que le ha llevado su afición. Y que ya sólo viva por y para ello (si es que las cosas sin medida...).

    Un abrazo, Xavier.

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  12. Muy buen relato, te engancha desde la primera frase. Me ha encantado eso de que el subsuelo sea el mejor habitat para las almas del purgatorio. Te felicito, es un relato ganador aunque no hayas ganado.

    Un abrazo,

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  13. A mí me gusta mucho, Xavier. Es una lástima que no ganara porque tiene mucha calidad.

    Un beso

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  14. Buenísimo relato, Xavier. Con un léxico amplísimo y pleno de potentes imágenes.Muy trabajado y, literariamente, con mucho mérito. Un abrazo.

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  15. Estuve fuera estos días.LLego tarde.Suscribo todos los merecidos elogios que ya te han hecho.Tus relatos son muy buenos.
    Un abrazo.

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  16. Me gusta. La verdad es que los relatos de este alcance me gustan más que los micros Este relato es muy entretenido y tiene su "caña". El tema de los concursos es difícil.

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  17. Jajaja, cómo me he entretenido, y después de trabajar en festivo te aseguro que me hacía falta. Los relatos presentados a concursos sin que tengan éxito no son un fracaso en si mismo, es que hay mucha gente que escribe muy bien, gracias a Dios, para deleite de mi tiempo libre.

    A mí me ha gustado mucho, aunque más parece que el humo del subsuelo le afecta mucho a los sentidos, me lo creo más a que tenga poderes.

    No dejas nunca de impresionarme. Besos!

    Quejica
    http://soyquejica.blogspot.com

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