- ¿Puedo quedarme con sus juguetes?.
- No empecemos Luisito, tema cerrado. No perdamos el tiempo, ¿queda algo por recoger?.
El silencio era absoluto. El niño, sigiloso, miraba a hurtadillas. Tembloroso, escondió el coche, el osito de peluche, las canicas, la pelota...
El silencio era absoluto. El niño, sigiloso, miraba a hurtadillas. Tembloroso, escondió el coche, el osito de peluche, las canicas, la pelota...
- No, ya está todo papá.
- Rápido, en este oficio hay que controlar hasta lo más nimio.
- Cuando sea mayor, quiero ser como tú, ladrón de casas. Con los nervios, el saco del botín se estrelló contra el suelo, Winnie the Pooh cobró vida. Una voz estridente, como una trompa ensordecedora, invadió el espacio.
- ¡Luís, te mato!
Pero a quién se le ocurre llevar a un niño en esta situación! Él mismo propicia que lo descubran. Y vaya ejemplo!! Por otro lado, enternecedora la intervención del niño.
ResponderEliminarjajajajja ladrón y niñera jajaja
ResponderEliminares que ya lo imagino
besitos y buena semana, me hiciste reír
Montse, era un buen robo y le falló la canguro. No lo volveré a llevar, te lo prometo.
ResponderEliminarElisa, la crisis, hay que hacer de todo.
No os preocupéis, no nos pillaron, y el niño sigue disfrutando con los juguetes, eso sí, al osito hubo que cambiarle las pilas.
Un abrazo a las dos.
abrazo grande!!
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