sábado, 20 de agosto de 2011

137 Amores de Verano.

Los amigos de La Esfera Cultural
me han publicado hoy este relato de verano.
Espero que os guste.

Era un día más,  de esos terminantes del estío. El sol, temeroso de su poder,  recogía sus rayos, y la luna, medrosa, despuntaba  detrás del horizonte. La brisa, vestida de crepúsculo, ennoblecía el paseo marítimo, que aleado con el azul del mar, asemejaba una orilla infinita, un sendero  que el batir de las olas perfilaba. Sin saberlo, la sombra de Cupido acechaba, eclipsando mi caminar; una flecha de ese carcaj hizo diana en la médula de mi corazón. Mientras la luna trepadora  mostraba su cara más jovial, mis ojos atisbaron su rostro suave, su tez cándida, coronada por unos cabellos blondos, ensortijados, que acunados por el viento, venteaban a música celestial. Así nos conocimos, en el pueblo, en las fiestas; yo reposado en el  pescante de la diligencia, ella en un corcel blanco; ocultada detrás del coche de policía, parecía una amazona, una valquiria. Intenté alcanzarla asiendo fuertemente las riendas de mi montura, pero el trote de mis jamelgos fue infructuoso, inútil. Fui avanzado por  un dragón alado, por un monstruo bicéfalo y por un minino ciclópeo - su ronroneo repiqueteaba a desamor-.  En ese instante, cuando el ocaso del amor asía mi alma,  el tiovivo se paró y, como si se tratara de un relámpago,  nuestras miradas colisionaron -no había sentido nada igual desde  la noche de Reyes-. Se llamaba Laura. No nos separamos en todo el verano. Una tarde asió mi mano, le regalé golosinas,  jugamos  a pelota y ella encestó un triple en mi corazón. Al despedirnos me regaló un beso y un papel con su dirección. Ahora sé que en la vida hay momentos que quedan tatuados en nuestra piel, gravados con letras barrocas en el archivador de la memoria. Mi madre dice que soy muy joven para enamorarme, ¡qué sabrá ella, si yo ya tengo seis años! Se llama Laura, creo que ya lo he dicho. Cuando lleguemos a casa le escribo. Cosas del amor.


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4 comentarios:

  1. Muy bonito Xavier, esos amores de verano son inolvidables tanto si tienes seis años como si tienes ochenta.

    http://marhorno.blogspot.com/

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  2. Solo 6 años y lo tiene superclaro. Todo un ejemplo!

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  3. Os dejo los comentarios aparecidos en La Esfera Cultural. Gracias a tod@s.


    Mar Horno dijo...
    Muy poético y tierno. Ya se sabe, los amores de verano, son así, aunque uno tenga seis años y setenta.

    20/08/11 08:37

    Isolda dijo...
    Un texto lleno de poesía y encantador. Marcan los amores, todos, aún a los seis años. Me ha gustado mucho, Xavier.
    Besos llenos de recuerdos.

    20/08/11 09:22

    Paquita dijo...
    Precioso texto, y esque para el amor no hay edad, puede aparecer en cualquier momento y lugar. Me gusta mucho como escribes Xavier. Enhorabuena

    20/08/11 17:47

    Ana J. dijo...
    Qué sabrán nuestras madres!
    Qué cosas tiene el amor!

    21/08/11 01:05

    Amando Carabias María dijo...
    El de Laura fue un triple, sí señor, y no los de Rudy o los de Calderón. Estos sólo meten canastas, el de Laura provocó un terremoto... y un bellísimo texto

    21/08/11 09:12

    Ángeles Hernández dijo...
    " no había sentido nada parecido desde el día de reyes"
    Es una manera hermosa y clasificadora de explicar algo grande.

    Un abrazo. Á.

    21/08/11 10:42

    Inma Vinuesa dijo...
    Seis años!!!! qué precoz!!!
    Las cosas del amor nunca sabes cuando van a aparecer.

    21/08/11 10:48

    XAVIER BLANCO dijo...
    Hola a todos y a todas. Gracias por vuestos comentarios. El amor es como el viento, sopla siempre, en cualquier momento, en cualquier lugar, del norte, del sur, del este, del oeste. Brisa, soplo, ráfaga, vendaval, tornado, ciclón...Nos acuna, nos mece, nos linsojea, nos erosiona, nos arrastra, nos asola, el amor, por mas que corras, aunque te escondas, siempre te atrapa, su sombra es infinita, en los días de verano y en las noches del invierno...
    Un abrazo,

    21/08/11 14:21

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  4. Muy bien! Mi corazón, con más múltiplos de seis de los que me gustaría, se ha enternecido. M

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